Definitivamente no. No existe, hasta hoy, ninguna evidencia científica que apoye ésta afirmación. Sin embargo, el que haya tantos padres y educadores que así lo crean, tiene su origen en el muy publicitado Efecto Mozart.
El Efecto Mozart fue el resultado de un artículo difundido por la revistaNature en el año 1993. Este describía como un grupo de 36 estudiantes universitarios fueron expuestos a 10 minutos de la sonata para dos pianos en re mayor K.448 y como luego de escucharla, éstos habían sido capaces de realizar complicadas tareas que requerían razonamiento abstracto.
De allí, alguien supuso que esto era también aplicable a bebés. Así que ya para 1997, se publicaron montones de libros con ésta temática, los cuales, a pesar de contar con muy poco aval científico, tuvieron muchísima acogida.
Pero esto no es todo. Desde la primera publicación, el experimento se ha repetido numerosas veces, con muestras mucho mayores, de hasta 3,000 personas y nunca se ha vuelto a producir un resultado similar, por lo que los resultados son concluyentes:Que un bebé o un adulto escuche a Mozart no le hace más inteligente que si escucha cualquier otro tipo de música.
Esto, bajo ninguna circunstancia quiere decir que el niño no deba escuchar ésta, o cualquier otra, clase de música. Lo que es importante es tener expectativas realistas de lo que ésta puede o no hacer en él.
Ahora bien, si de estimular se trata, tocar un instrumento musical sí que ha sido comprobado como beneficioso para el cerebro del niño. Entre otras cosas, le ayuda en su capacidad para enfocar la atención, para planear las tareas y para cuidar los detalles.
Además, al ser un medio de expresión, tocar un instrumento que el niño disfrute, aumenta su autoestima. Mejora su capacidad de memoria, y dependiendo del tipo de enseñanza que reciba, puede incluso capacitarle en cuanto al trabajo en equipo.
Y es que, las actividades quepotencian la inteligencia, raramente son pasivas, sino mas bien participativas y en éste caso, la música no es una excepción.
