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Nivel de los públicos de espectáculos

Nivel de los públicos de    espectáculos

En mi condición de aficionado de las bellas artes, asisto con mediana regularidad a los espectáculos de sus diferentes géneros.

Soy un habitual en los conciertos de música sinfónica en el Teatro Nacional, y por esa circunstancia conozco las características de algunas de las personas que ocupan los asientos en esas ocasiones.

Se sobreentiende que es antes del inicio y en el intermedio de esos espectáculos cuando se puede observar y escuchar a los aficionados reales o falsos de la más universal de las artes.

He sufrido decepciones al conversar con inmancables abonados de las temporadas sinfónicas.

Se debe a que algunos me han expresado que no albergan en la mente los títulos ni los autores de las obras que escuchan, pues no se toman la molestia de leer los programas impresos.

Otros, al hablar revelan su ignorancia, ya que no aciertan al nombrar las piezas que escuchan, llamando sinfonía a una obertura operística, o yacosky al genio musical ruso.

Existen los que denomino “saludables”, que son aquellos que mientras esperan que se abran las puertas, o en los recesos, se acercan a sus amigos, relacionados o conocidos, para prodigarles saludos efusivos.

No puede faltar en esta enumeración el conocedor pedante, que agrede a sus interlocutores con datos biográficos de los compositores, y las características de las piezas que aparecen en el programa.

Creo necesario señalar que sus víctimas auditivas apenas pueden abrir la boca para expresar alguna opinión, aunque sea sobre lo dicho por él.

Conozco habituales de los conciertos sinfónicos que en uno o dos de cada tres espectáculos se duermen en medio de una pieza, a veces con el cráneo descansando sobre el respaldo del asiento, y la boca con apertura rompe quijada.

En los eventos musicales de la vertiente popular los públicos son más expresivos, efusivos y espontáneos.

Si la actuación es de algún combo bien acoplado interpretando bachata, los asistentes mueven los brazos y la cabeza cuando están sentados.

Pero casi todos en algún momento se levantan y comienzan a bailar dando cambios de pies, como se dice en el habla popular, a veces con el añadido de oscilaciones de vientre y fundillos.

A diferencia de los cantantes líricos, los del género popular gustan que sus fans les hagan coro, aunque sobrepasen con muchos decibeles el volumen de la voz del solista.

Mientras el entusiasmo de los sinfónicos se manifiesta con aplausos y el gritar “bravo”, las reacciones del popular llegan al colmo de invadir el escenario para abrazar y besuquear a sus ídolos.

En las obras teatrales el púbico ríe a carcajadas en las comedias, y en las obras dramáticas hay llantos moderados y otros con gemidos, provenientes tanto de mujeres como de hombres de barba y bigote copiosos.

En los intermedios los comentarios de los asistentes se expresan en voz alta, tanto sobre las actuaciones, como del físico de los actores.
En las exposiciones de las artes plásticas es donde las personas no versadas actúan con mayor desinhibición, opinando sobre la calidad de los cuadros o esculturas, muchas veces con opiniones diferentes de asistentes cercanos.

Estas contradicciones a veces elevan el volumen de las voces de los discutidores, pero afortunadamente casi nunca llegan a lo que denominan los juristas violencias y vías de hechos.

Porque en definitiva, los amantes de las artes en sus diferentes manifestaciones, son en esencia gente de exquisita sensibilidad y nobleza.

El Nacional

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