Definitivamente tenemos un nuevo PRD. El PRD de hoy día no tiene ideología ni principios. En el PRD que inauguramos, los dirigentes se imponen por la fuerza del dinero, la trampa, el fraude y la mentira.
El PRD moderno es de derecha, recalcitrante, retrogrado. Es una organización alejada de sus raíces y de su historia. Es de los de arriba. Dejó de ser el partido de la esperanza nacional.
Al PRD de los tránsfugas, chaqueteros, travestis, traidores, ingratos y malvados, capaces de darle su alma al Diablo por una contrata grado a grado del gobierno, no se puede pertenecer. El PRD de los nuevos tiempos hace acuerdos con el enemigo, pero es incapaz de reunirse con amigos y compañeros para buscar unidad y armonía interna.
El PRD, de los ricos y poderosos, hace acuerdos de letrina con el gobierno para arrebatarle al pueblo las conquistas constitucionales que tantos sacrificios, lágrimas y sangre, le costó conseguir durante décadas.
El PRD de los nuevos tiempos hace acuerdos de letrina con la Iglesia para prohibir el aborto en cualquier circunstancia, no importa que esté en peligro la vida de la madre. Es decir, ese PRD que algunos exhiben con orgullo en las vidrieras del deshonor y la vergüenza, condena a la muerte a miles de mujeres pobres.
El nuevo PRD se une al gobierno para que el pueblo tenga menos libertades que antes. Ese nuevo PRD se une a los empresarios para quitarle al pueblo el disfrute de sus playas, montañas y ríos.
Ese nuevo PRD montó un fraude colosal contra Guido Gómez Mazara y Tony Peña.
El nuevo PRD no es un partido político, es una empresa privada. No me imagino al país en esas manos. El desastre sería mayor que el actual. El nuevo PRD no parece buscar el poder, parece buscar riquezas para los grupos que lo han tomado casi por asalto. En lo que menos están pensando en ese PRD de los nuevos tiempos, es en los sectores populares, es en la solución de los males que aquejan a la nación. A los hechos me remito. (Ver los acuerdos con Leonel, con el Cardenal, etc.)
En ese nuevo PRD, que es una verdadera vergüenza, no quiero militar. Siento náusea. Renuncio del PRD nuevo. Me quedo con el PRD viejo, con el PRD de Peña Gómez. Si es que aún existe, aunque sea en lo moral. No puedo formar parte de un partido que hace de la política un negocio, no la más pura de todas las ciencias, como lo proclamaba siempre Juan Pablo Duarte.