Opinión

No es tal el peligro

No es tal el peligro

Podría haber algo de percepción, pero la hostilidad a la inmigración haitiana no se fundamenta en la numerosa presencia en el territorio de nacionales de la vecina República.  La feroz campaña fomentada contra la “invasión pacífica” oculta sentimientos e intereses que van más allá de la amenaza que representarían los inmigrantes para el bienestar, la integridad y la identidad del pueblo dominicano.

La encuesta de inmigrantes, que realizó la Oficina Nacional de Estadísticas, con el concurso de la Unión Europea y el Fondo de Población de las Naciones Unidas, debe  servir para despejar no sólo la errónea percepción que según el ministro de Economía se ha tenido sobre el número de haitianos que residen en el país, sino para refutar el discurso contra los hatianos que por razones esencialmente económicas han tenido que instalarse en esta parte de la isla.

Que República Dominicana no es el Dorado se ha evidenciado no sólo con el exiguo número de haitianos que residen en el país, sino por el hecho de que muchos prefieren viajar a Puerto Rico. Las duras condiciones económicas y sociales y las desgracias naturales que han castigado el territorio son para que más ciudadanos de la vecina  nación crucen la simbólica frontera. Pero la gran sorpresa ha sido que  el número representa apenas el 4.7% de los alrededor de 10 millones de dominicanos.

 Al presentar los resultados del estudio, acreditado por la colaboración de organismos internacionales y la participación de profesionales tan reputados como el sociólogo Frank Báez, el ministro de Economía, Temístocles Montás, precisó que los extranjeros y sus descendientes en el país (sobre todo haitianos) no son tantos como se creía. Y agregó que en su mayoría están empleados, han ido a la escuela y gozan de buena salud.

Con más del 15% de la población residente en el exterior, resulta que República Dominicana es, como observó el veterano y acucioso periodista Juan Bolívar Díaz, es un país más de emigrantes que de inmigrantes, puesto que los extranjeros que viven aquí representan sólo el 5.4% del total. Y si los nuestros tuvieran más facilidad de poner distancia de por medio, sin los riesgos o el costo que supone cruzar el canal de La Mona, de seguro que la comunidad en el extranjero fuera todavía muchísimo más numerosa.

Los haitianos, que han sido fundamentales en la agricultura, la construcción y otros sectores, jamás han sido una amenaza y mucho menos una desgracia para este país. Los resultados del estudio demográfico deben servir de base para corregir la “errada percepción” que se ha tenido sobre una comunidad que con frecuencia es víctima de desconsideración, acoso migratorio y atropellos. Es lo menos que se puede hacer. 

 

El Nacional

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