Opinión

No matemos la utopía

No matemos la utopía

Una sociedad, cualquiera que sea, no puede avanzar cuando tomar decisiones sobre cosas que están mal hecha tenga que hacerlo por motivaciones coyunturales de intereses internacionales o de grupos locales.

Un medio social no llegará muy lejos cuando la autoridad a todos los niveles, de –ayer y hoy, deja que sean otros quienes presionen y ordenen cuando una instancia del Estado debe actuar sobre un tema determinado.

Un colectivo humano no puede progresar donde los representantes de los tres poderes del Estado, (instituidos por la Constitución), históricamente, estén siendo protagonistas de todo tipo de vagabundería, negocios y tratativas en perjuicio del pueblo que los eligió.

Un conjunto de personas jamás vivirá como Dios manda, mientras en sus entrañas permanezca un sector privado voraz, rentista y conservador que solo piensa en su agenda y proteger sus intereses sin importarle el destino y el bienestar de los demás.
Una nación no puede construirse sobre bases sólidas cuando quienes viven en ella reniegan de su historia, íconos, héroes, valores, costumbres, cultura y hazañas fundamentales.

Un pueblo no puede crecer en términos materiales y espirituales mientras cada ciudadano no entienda cuál es su rol y que de él depende el engrandecimiento de su entorno y de quienes viven en el.

En fin, no se puede soñar con un mundo mejor, colmado de justicia e inclusión social, mientras que dentro de los hombres que habitan en sus pueblos no desaparezcan las bajas pasiones como la envidia, la ambición, simulación, traición, hipocresía y la complicidad.

Sin embargo, a pesar de todo eso, del caso de ODEBRECHT, el ascenso a la Casa Blanca de Donald Trump, la corrupción rampante por todos lados, la globalización con sus políticas neoliberales asfixiantes y alienantes, pienso que es posible un mundo y una República Dominicana mejor.

El Nacional

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