Opinión

No solo para Trump

No solo  para Trump

En Estados Unidos el sistema institucional está por encima de los gobernantes, los empresarios, los ciudadanos y de todo. ´Desde su fundación la nación solo ha conocido una dictadura, la de la ley. Y esa es la razón por la cual ahora la retórica autoritaria del presidente Donald Trump ha vuelto a morder el polvo en su pulso con el establishment.

Tras el fracaso del veto a ciudadanos de países musulmanes para ingresar a Estados Unidos, así como a los refugiados, y ahora con la falta de apoyo para abolir la reforma sanitaria de Barack Obama, al polémico gobernante no le ha quedado más opción que aceptar la realidad de que su poder no es absoluto y que tiene que someterse al mandato de las leyes.

Lo más probable es que por estos lares solo se advierta y sazone, por su impopularidad, el fracaso de Trump. Pero las derrotas para el soberbio gobernante son para que se ausculte con más atención la intensidad de los movimientos sociales que por ahora enarbolan como bandera la protesta contra la corrupción. Porque la depredación de los recursos públicos, el enriquecimiento ilícito, el clientelismo y otras expresiones que han lastrado el desarrollo de estos pueblos derivan en gran medida de la falta de institucionalidad.

La reforma migratoria del presidente Trump la anuló la Justicia, porque en Estados Unidos los jueces son independientes. El Gobierno protestó, pero ni por asomo se le ocurrió desacatar la sentencia para no exponerse a un conflicto institucional en la que llevaría todas las de perder.

En el caso de la caída del proyecto para revisar el sistema sanitario fueron los propios congresistas republicanos quienes, en un gesto de libre determinación, decidieron no hacer el quórum como una manera de bloquear la censurable iniciativa. En ambos casos se evidenció que el Ejecutivo no puede imponer su voluntad a los demás poderes.

En una América Latina sacudida por escándalos de corrupción a todos los niveles y violaciones de la Constitución y las leyes, las derrotas institucionales propinadas al presidente de Estados Unidos es una clarinada que refuerza las movilizaciones populares en reclamo de transparencia y sentar en el banquillo a los políticos, empresarios y funcionarios que no puedan justificar su patrimonio o que se han valido de prácticas ilícitas para alcanzar o retener el poder.

Las derrotas a Trump no solo definen los límites, sino que restan argumentos a los líderes políticos, funcionarios, legisladores y gobernantes que se consideran por encima del bien y del mal para hacer y deshacer porque controlan todos los resortes del poder. Cuando las instituciones no juegan su papel, entonces surgen y se propagan los movimientos populares para reclamar justicia.

El Nacional

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