Opinión

Noches tenebrosas

Noches tenebrosas

La ciudad de Santo Domingo es una de las capitales más peligrosas  de América Latina. Lo dicen los organismos internacionales. No yo. Las calles en las noches  parecen cementerios por la falta de iluminación y  protección. La gente no sale después de las diez, a menos que sea absolutamente necesario. Los padres no duermen hasta que los hijos llegan. Y no es para menos.

El viernes, cerca de las once de la noche, mi hija Michell llamó angustiada porque al salir del cine, en Daimond  Mall, en Los Próceres,  no encontró su carro. Se lo robaron pese a las cámaras y los “vigilantes”.

En las calles no vimos patrulla. La policía metropolitana solo trabaja hasta las seis de la tarde. (Tienen horario de oficina. Y mucho hacen con lo poco  que les pagan). En el Mall nadie sabía nada. Ya era tarde. Llamé por teléfono a cuantos generales, coroneles, capitanes, tenientes y hasta cabos. Nadie respondió.

En el Palacio de la Policía, apenas había dos o tres oficiales. Con cortesía, nos dijeron que fuéramos a “Recuperación de Vehículos” (Plan Piloto) donde un teniente, quien nos atendió correctamente, pero no pudimos hacer la denuncia porque mi hija no tenía a mano la matrícula del carro robado. (¿Quién coño anda con matricula en los bolsillos o en la cartera?)

La cosa es que dimos vueltas por toda la ciudad ante la ausencia de alguna autoridad que hiciera algo más que lamentar el robo. En la Plaza Daimond Mall nos dijeron que fuéramos  al día siguiente. El punto es que Michell salió del cine sin carro…

El robo del carro no es tragedia, pero la cosa es que estamos desprotegidos.  Santo Domingo, “ciudad armada para ganar la gloria”, como dijera el poeta, es una ciudad fantasma,  tenebrosa… Como escribiera Joan Manuel Serrat en Pueblo Blanco: “Si yo pudiera unirme a un vuelo de palomas, y atravesando lomas dejar mi pueblo atrás,  juro por lo que fui, que me iría de aquí, pero los muertos están en cautiverio. Y no nos dejan salir del cementerio”.

El Nacional

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