Opinión

Nuevo embajador

Nuevo embajador

Esta semana estrenamos un nuevo embajador de Estados Unidos en el país. Se trata de James Brewster, de reconocida tendencia gay,   lo que ha provocado protestas en algunas iglesias que profesan el cristianismo en República Dominicana.

La condena a la homosexualidad es un principio cristiano muy válido, justo y natural. Lo lamentable es que esa condena no empiece internamente. Y que contrariamente en las iglesias haya una presencia tan significativa de homosexualidad. Peor aún: los casos de abusos sexuales denunciados, que afectan a menores, son innumerables.

La homosexualidad no está prohibida por nuestras leyes. Los abusos sexuales, sobre todo en contra de menores de ambos sexos, sí conllevan graves penalizaciones. De manera, que hay que tener cuidado con la doble moral, cayendo en alegatos de principios que se predican, pero que no se practican.

Auspiciar protestas en contra del embajador James Brewster es una forma de fomentar odio y hasta agresiones físicas en miembros de la comunidad de homosexuales y lesbianas, pese a tratarse de un derecho reconocido ya universalmente. No se justifica que las iglesias estimulen eventuales excesos.

A los homosexuales y lesbianas no podemos observarlos como lacras sociales. En su mayoría no ocasionan daños a la sociedad y muchos realizan una vida normal, insertados en los medios productivos y haciendo importantes aportes en el arte, en el mundo de los negocios y en los más diversos campos del conocimiento científico.

¡Claro, no todo es color de rosa! Algunos gay hacen gestos y ademanes desagradables y utilizan un lenguaje que se inscribe en la vulgaridad. Pero hasta aquellos considerados vulgares les asiste su derecho, bajo la tesis de que se permite todo lo que la ley no prohíbe.

El Nacional

La Voz de Todos