Opinión

Nuevo Papa, ¿nueva Iglesia?

Nuevo Papa, ¿nueva Iglesia?

El Papa que resulte electo en el Cónclave que se viene celebrando va a encontrar una Iglesia Católica en crisis, no solo por los escándalos de abusos sexual por parte de algunos miembros del clero o el filtro de información interna sobre los manejos del Banco del Vaticano, sino por el marcado declive de seguidores en todo el mundo, su rezago frente al movimiento evangélico en Latinoamérica y la reducción sensible de personas con vocación al sacerdocio para atender las necesidades de la Iglesia. Dependiendo del tiempo que el nuevo Papa esté como líder la de la Iglesia, las acciones que este tome en su papado van a ser determinantes para el futuro de esta.

La Iglesia Católica se ha caracterizado a lo largo de su historia por ser una institución extremadamente rígida y obsesionada con las formas. Esa mentalidad era razonable en los años antes a la Era Industrial y el positivismo, cuando los cambios sociales eran lentos. Hoy, en una sociedad que evoluciona rápidamente, su rigidez viene siendo su peor enemiga y ya está empezando a afectar donde importa, en los números.

Una de las cosas que debería revisar el nuevo Papa es sin lugar a dudas el tema del celibato. Originalmente este se instauró y se ha mantenido casi exclusivamente por una preocupación económica, y existen hoy bastantes mecanismos de mitigar ese riesgo. Por otro lado, la Iglesia está viendo como se enrolan cada vez menos sacerdotes, siendo el celibato una causa de peso de estp. Mientras que resulta cada vez menos convincente para los feligreses tener un guia espiritual con el cual tienen muy poco en común, empezando por algo tan básico como contar con una pareja.

Ya en el Siglo XXI la Iglesia debe replantearse la participación de la mujer dentro de esta, especialmente en ritos como la eucaristía. Por asuntos de tradición, no veo tan probable que se admitan mujeres como sacerdotizas en el corto plazo, pero ciertamente el nuevo Papa puede iniciar un proceso de transición para mejorar la imagen de una Iglesia que se nota cada vez más excluyente, incluyendo más a las mujeres de vocación en sus actos.

Hay otros temas en los que la Iglesia puede flexibilizar, como en el uso de los anticonceptivos y el sexo antes del matrimonio, donde si bien no necesita hacer  un cambio radical, con un poco de moderación pudiera lucir más razonable ante un mundo que cada vez asume esos mensajes más como un chiste que como una sugerencia o indicación divina.

En otros temas, como el aborto y la homosexualidad, es poco probable que la Iglesia si quiera deba revisarse mucho ya que sus principales competidores (protestantes y musulmanes) son tanto o más retrógados que ella respecto de ello. Pero por un lado pudiera reducir el tono de su habitual retórica para ser un poco más tolerante con un grupo cada vez más asimilado en las sociedades modernas como es el caso de los homosexuales, y si bien no admitir el aborto (lo que no veo posible, considerando que hablamos de la Iglesia Católica), sí empezar a hablar de la planificación familiar responsable.

El nuevo Papa tendrá mucho en sus manos, y si bien desde que Juan XXIII se aventuró a propugnar por cambios importantes en la Iglesia, se espera que cada nuevo Papa haga lo mismo solo para terminar decepcionando, en este caso, a estas alturas del año 2013, la Iglesia seriamente necesita empezar a dar los primeros pasos si desea ser relevante para el momento que termine este Siglo.

El Nacional

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