Opinión

Obama

Obama

Soñé que me encontraba en la Casa Blanca, y que estaba totalmente vacía.  En medio de uno de los pasillos estaba Obama y parecía desolado.  Me compadecí de él y lo abracé y juntos avanzamos hacia la salida, pero llegando vi una ventana, a la izquierda, destartalada y sacudida por el viento, que consideré una amenaza y se lo advertí.  Desperté con grima.

 Me apena su derrota a manos de los republicanos a quienes, sin proponérselo, les salvó el pellejo en su peor momento de descrédito, y, también ¿sin proponerselo? ha ido reivindincando con sus forzadas o voluntarias claudicaciones.

 Su devenir debería ser tema de estudio en Dominicana, porque Obama, con su don de gente, y bondad natural, ha tratado de complacer a todo el mundo y de mediar entre sectores antagónicos por la naturaleza de sus intereses.

 Se sabe que Obama está bajo el fuego cruzado de tres enemigos poderosísimos: la banca, la industria farmacéutica y la militar, implacables enemigos que convierten la advertencia de Eisenhower sobre el llamado complejo industrial militar en apenas un exabrupto, pero también es cierto que en su búsqueda de conciliación Obama ha alienado a los sectores que en coalición lo llevaron al poder.

 Negros, latinos, inmigrantes, el movimiento de mujeres, las iglesias, los gay, los pacifistas, están decepcionados frente a la vacilación de Obama ante a la clausura de la cárcel de Guantánamo, la cual ordenó al otro día de asumir el poder y aún permanece como una afrenta a los derechos humanos en todo el mundo.

 La misma decepción cobra más fuerza aún frente a la supuesta finalización de la guerra en Irak, y la transferencia de los soldados a Afganistan, nuevo Viet-Nam de los Estados Unidos, guerra que solo beneficia a un complejo militar que es el primer gran negocio de ese país.

 No basta entonces su sonrisa, la más bella después de la de Harry Belafonte, su charm, la gracia con que se mueve, la ternura que demuestra hacia su formidable compañera y sus hijas, su verbo, eso puede entretener la imaginación popular unas cuantas semanas.  Lo que garantiza un apoyo sólido es el apego a los principios que lo llevaron al poder, y eso no vale una mina, los intereses de un grupo de funcionarios, o de partidarios, una reforma constitucional, una medida contra la vida de las mujeres, o contra los pobres.  el poder es efímero y su única permanencia está en la amorosa o terrible memoria de los pueblos.

 Por ultimo, el mejor antídoto frente a la claudicación,  o la traición a los principios, es recordar que la muerte siempre nos acompaña, que solo ella es real y está siempre ahí, calladita, observando, a la derecha.

El que tenga oídos para oír, que escuche…

El Nacional

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