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Obama quiere seguir encarnando el cambio pese a un primer mandato complicado 

Obama quiere seguir encarnando el cambio pese a un primer mandato complicado 

WASHINGTON, 1 Nov 2012 (AFP) – El presidente Barack Obama llegó al poder con el lema de la esperanza, pero ahora, al buscar un nuevo mandato de cuatro años el 6 de noviembre, debe equilibrar el desencanto de un número de votantes que le dieron su confianza en 2008 y su deseo de seguir encarnando el cambio.

“El progreso es difícil. El cambio puede ser lento”, repite Obama en sus discursos, mientras resiste los feroces ataques de su rival republicano, Mitt Romney, quien lo acusa de haber incumplido su promesa de poner en orden a Estados Unidos y su economía.

Pero “si ustedes siguen anhelando esta visión de Estados Unidos que tenemos en el corazón, el cambio vendrá”, apunta Obama, en medio de una carrera muy cerrada hacia la Casa Blanca, testimonio de un electorado decepcionado tras sufrir la peor crisis económica desde la década de 1930.

Barack Hussein Obama, hijo de un keniano y una estadounidense, se catapultó a la escena política en la convención demócrata de 2004 en Boston, con un vibrante y apasionado discurso en el que expuso su visión de una política de consensos que sedujo al país.

Nacido en Hawai en 1961 y criado por unos años en Indonesia, fue por siete años representante del empobrecido sur de Chicago en el Senado de Illinois (norte). En 2005 fue elegido para el Senado estadounidense, y gracias a su carisma y su elocuencia, se volvió un consentido de los medios de comunicación.

Cuatro años más tarde, coronó su ascenso meteórico al instalarse a los 47 años en la Casa Blanca con su esposa Michelle y sus dos hijas, luego de haber derrotado en las primarias demócratas a la favorita Hillary Clinton y en las presidenciales al veterano republicano John McCain.

   Estados Unidos eligió “la esperanza sobre el miedo”, dijo Obama tras prestar juramento el 20 de enero de 2009 frente a unos dos millones de personas congregadas en el centro de Washington.

Ese mismo año, y tal vez por las expectativas generadas en todo el mundo, Obama fue galardonado con el premio Nobel de la Paz.

Pero el ejercicio del poder ha resultado a veces frustrante para este abogado y profesor de Derecho Constitucional graduado en Harvard, sobre todo desde que la Cámara de Representantes fue conquistada a fines de 2010 por los republicanos, defensores de recortar el gasto sin aumentar impuestos.

El pulso con los republicanos ha provocado incesantes batallas que inclusive llegaron a poner a Estados Unidos al borde de una cesación de pagos en 2011, lo que le costó al país una inédita degradación de la nota de su deuda soberana.

Unas credenciales respetables

Al pedir de nuevo los votos de sus compatriotas, Obama puede mostrar un balance respetable, que incluye una reforma del sistema sanitario que brindará protección a 30 millones de estadounidenses adicionales, promulgada en 2010 y validada dos años más tarde por la Corte Suprema.

Tras su llegada al poder, Obama lanzó un plan masivo para revivir la economía, pero los republicanos afirman que el desempleo, pese a mostrar un descenso en los últimos meses, sigue estando más alto que al inicio de la crisis, mientras la deuda federal sigue escalando.

Asimismo, Obama obligó al sector automotor a una dolorosa reestructuración e impulsó una reforma para controlar las actividades de Wall Street.

Si bien se convirtió en el primer presidente estadounidense en apoyar el matrimonio entre personas del mismo sexo y puso fin al “tabú homosexual¨ en el ejército, no logró una reforma migratoria en este país donde viven más de 11 millones de indocumentados, ni una transición hacia las energías “verdes”.

En política exterior, Obama, quien en 2002 cobró notoriedad con un discurso contra la guerra en Irak, cumplió en 2011 su promesa de retirar a los soldados estadounidenses de ese país.

En cambio, en Afganistán, triplicó en menos de un año el contingente militar, en un intento por relanzar la lucha contra Al Qaida, un esfuerzo que también persiguió en Pakistán, donde obtuvo su triunfo más importante: la eliminación de Osama Bin Laden en mayo de 2011.

Pero no pudo avanzar en el conflicto entre israelíes y palestinos en el contexto de una “privamera árabe” que buscó encarar a distancia y un aumento de las tensiones con Irán por su programa nuclear.

Si la llegada de un negro al más alto cargo de la primera potencia mundial, a 150 años del fin de la esclavitud y a cinco décadas de las luchas por los derechos civiles, ha sido calificada como un hecho histórico, Obama se las ingenia para parecer un tipo común.

Al presidente se le puede ver frecuentemente jugando al golf, bebiendo una cerveza o paseando a su perro, y tiene como punto de honor el interrumpir su jornada de trabajo para cenar junto a su esposa Michelle y sus hijas Malia, de 14 años, y Sasha, de 11.

El Nacional

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