Opinión

Obesidad, “cuestión de cerebro”

Obesidad, “cuestión de cerebro”

Iniciado el nuevo año, todos pensamos en transformar nuestro cuerpo después del periodo navideño, donde normalmente se espera un aumento de 2 a 20 libras de peso en todas las personas, mayormente en los países como el nuestro, donde gustan mucho el “bonche y las bebidas”.

Esa decisión, se manifiesta por el castigo permanente del “closet y el espejo” enemigos que actúan en la intimidad de su habitación y que le provocan la determinación de iniciar el año nuevo con un “cuerpo nuevo” y donde “el cerebro”, órgano que entre sus múltiples funciones mantiene nuestro equilibrio psicoemocional, le impulsa a tomar su determinación personal.

Sin esta decisión “cerebral”, por más dietas que usted haga, por  intensos los ejercicios físicos a que somete su cuerpo, por más especializado que sea el servicio que le brindan los profesionales relacionados, por más cremas y masajes que utilice como coadyuvantes, no logrará su objetivo.

El sobrepeso y la obesidad no se adquieren sólo en Navidad. Es un proceso de largo tiempo donde el deterioro “cerebral y psicoemocional” muchas veces conduce al circulo vicioso del obeso, que se inicia con los desórdenes nutricionales, cambio de medidas, cambio de closet, enfermedades asociadas, estados depresivos, múltiples medicamentos y disminución de la calidad de vida.

La cirugía bariátrica, utilizada con  frecuencia en el mundo para la corrección de la llamada “obesidad mórbida o morbosa” ha dado  resultados para la desaparición de las enfermedades  mórbidas asociadas a la obesidad (diabetes, hipertensión arterial, aumento del colesterol y triglicéridos, apnea del sueño,  crisis de dolores en las articulaciones, disfunción sexual…), sin embargo, no corrige el aumento de peso luego de varios años de la cirugía, pues, la obesidad sigue siendo un problema de “cerebro”.

El cuerpo humano tiene un centro “cerebral” conocido como “hipotálamo” donde existen dos núcleos con funciones ampliamente conocidas,  el primero llamado “centro del apetito” y el segundo llamado  “centro de la llenura o saciedad”.

El equilibrio de estos centros cerebrales depende de los alimentos que ingerimos, pues, es conocido en el ambiente nutricional que hay alimentos que de alguna manera “excitan” el centro del apetito provocando un “hambre ansiosa” que de manera incontrolable desborda las necesidades del organismo humano.

Múltiples modalidades de solución al  sobrepeso u obesidad a diario se ofertan como medidas salvadoras, no obstante si no se aplican conocimientos y conductas que integren las diferentes hormonas cerebrales, difícilmente se logre el objetivo.

Y es que el protagonismo del cerebro en el control del apetito depende de  hormonas (Ghrelina, Insulina, Polipeptido YY, catecolaminas, serotonina etc) que entran en función constante y que de alguna manera “juegan” con la regulación de los alimentos para producir la energía necesaria para caminar, hablar y para que el corazón dé latidos.

feluche@codetel.net.do

El Nacional

La Voz de Todos