Opinión

Odebrecht y cambio

Odebrecht  y cambio

El caso Odebrecht toma un rumbo distinto al trazado por el procurador Alain Rodríguez. Las prisiones preventivas dictadas por el juez Francisco Ortega contra diez de los implicados marcan, comoquiera, la pauta de un proceso que tiene a los tres partidos mayoritarios sentados en el banquillo de los acusados. Ortega ha hecho un gran aporte a la democracia y al sistema judicial.
La discusión ahora se enfoca en identificar, antes que nada, a los excluidos del expediente presentado por la Procuraduría. “Esto apenas comienza”, proclama Ángel Rondón, el imputado con la mayor carga, a juzgar por la prisión preventiva que se le impuso y el recinto donde deberá cumplirla. Los alegatos de persecución política son desfasados y sin sentido.
Hemos llegado a este punto por efecto de las presiones sociales que ejercen fuerzas muy activas, comprometidas con el proceso hasta lograr que no hayan excluidos por influencias y manipulaciones del presidente Danilo Medina. Nadie más que el Ejecutivo puede alterar el curso de un proceso jurídico y político harto definido e identificado, como este de Odebrecht. Las fuentes de investigación están disponibles en Brasil y Estados Unidos. De manera que entorpecerlo va a resultar muy difícil,
¿Estamos ante el colapso del sistema de partidos? No me atrevería a asegurarlo, pero sí a pronosticar una recomposición política que sugiere un estricto control de los fondos públicos. La proyectada ley de partidos va en ese sentido.
Este caso va a influir, incluso, en la forma de gobernar y de hacer política. Ni qué decir de los cambios a ser registrados. Estamos escribiendo una nueva historia. A lo mejor, rectificándola. Un dirigente debe ver el Estado por encima de todo, verdad de Perogrullo que se nos atojan nueva. Reserva sus manifestaciones públicas de justicia, amor y bondad para los pobres, los que la propia corrupción ha privado de comida, techo y salud.
Mostrarse solidario y misericordioso con amigos o “iguales”, sospechosos de haber timado al pueblo humilde, solo enseña una parte que en nada reivindica valores éticos y de justicia. Revela debilidades y preferencias sociales que en nada favorece al estadista actual o en potencia.

Incluso, acarrea riesgos morales a los que sólo está obligada la complicidad. La prudencia y trayectoria de un joven líder aconseja guardar distancia y mantenerse discreto en este y casos similares que los vientos de justicia anuncian. Reflexiones estas que parecen ociosas si no se conoce la idiosincrasia nuestra.

El Nacional

La Voz de Todos