Opinión

Ojalá

Ojalá

Un ejercicio responsable de la comunicación supone estar en alerta permanente para no caer en las garras del fanatismo, de las pasiones y de las influencias perniciosas de sentimientos que puedan contaminar juicios que pretenden, en mayor o menor medida, crear opinión.

 El autor de esta columna, a lo largo de muchos años, ha intentado actuar en esa dirección. Si estas líneas semanales han podido concitar el reconocimiento de una parte significativa de los lectores de este periódico, no vacilaría en atribuirlo a que en ellas se ha podido identificar un intento constante por preservar la objetividad, sin temor a referir los acontecimientos que a mi criterio no van bien, pero sin mezquindad para admitirlo cuando es lo contrario.

 Una circunstancia decisiva para confirmar que he ido por esa senda ha sido la diversidad de las procedencias de los estímulos recibidos. Que hoy te respalden de un litoral y mañana de ese mismo te enrostren, es señal inequívoca de que te estás moviendo justo en el filo de los intereses encontrados.

El compromiso de continuar por esa ruta es invariable y, a propósito de la inminencia del estreno de presidente, la ocasión es propicia para reiterarlo y decirles a las nuevas autoridades que en este rinconcito de letras encontrarán un látigo o una estrellita de premiación, todo en función de la voluntad que se muestre para hacer realidad una consigna de campaña que a mí me motivaba: “continuar lo que está bien, corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se hizo”.

Nadie con un mínimo de sentido común puede aguardar por el cumplimiento en un cien por ciento de los tres elementos de esa proclama fabulosa, pero todos quedaríamos satisfechos con la demostración contundente de una disposición férrea, honesta y transparente por empujarlos lo más que se pueda.

Basta con salir a las calles, insertarse en cualquier conversación, palpar las penas colectivas para constatar las cosas, los gestos, las acciones, los ejemplos que tantas personas anhelan para redescubrir que aun es posible soñar con una nación que ofrezca mejores perspectivas a tanta gente buena que no merece ver transcurrir sus días sumidas en el desaliento y la frustración.

Las posibilidades de Danilo Medina dar respuesta a esas expectativas dentro de las difíciles características y condicionantes que han signado su ascenso al poder y las que marcarán su ejercicio gubernamental, es lo que intentaré analizar el próximo martes.

El Nacional

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