Opinión

¿Optimismo?

¿Optimismo?

No se puede ser optimista sobre la base de eludir la realidad. Eso se llama engaño, falsía, ilusionismo. Todo ser humano responsable debe intentar analizar con la mayor objetividad posible las circunstancias que lo rodean y, aun sin perder la capacidad de luchar y esforzarse por superar los obstáculos que se le presenten, tomar conciencia de las limitaciones y características principales del entorno y, de esa manera, arribar a sensatas conclusiones.

Supongo que todo el que transmite ideas por medios de comunicación quisiera hacerlo desde una perspectiva de positividad, de entusiasmo, de crearle a sus lectores bases para que visualicen el porvenir con alegría y supongan siempre que el tiempo por llegar será mejor.

Eso suena bonito, pero de eso no es que se trata el asunto. Estas columnas no son de autoayudas, ni de recetas para dotar a las personas de herramientas muchas veces engañosas para que vean sus vidas desde una óptica camuflada que en ocasiones genera mayor desolación cuando la crudeza de los días les reitera que las cosas son como son y no como se imaginan.

 

Eso suena bonito, pero de eso no es que se trata el asunto. Que conste, no soy ni optimista ni pesimista.

 

Que conste, no soy ni optimista ni pesimista. Hago el esfuerzo por asumir en todos los escenarios actitudes adecuadas, capaces de ofrecer las mejores respuestas ante los imperativos de los hechos, consciente de que una buena disposición está dotada de grandes potencialidades, pero jamás perdiendo el sentido de la racionalidad, ni olvidando que a mejores criterios corresponden mejores reacciones.

Esta es mi primera entrega de este año. 365 días particularmente decisivos para el futuro inmediato de nuestra nación. No me resulta posible escribir 400 palabras cargadas de lugares comunes tan manoseados en estos tiempos y limitarme a decirles que deseo lo mejor para ustedes, que felicidades, que próspero año nuevo, que salud, que dicha y prosperidad. Eso me parece tan insustancial, tan poco auténtico, que prefiero exhortarles que se preparen para hacerse la idea de que no existen razones para suponer que en este ciclo temporal que recién se inicia se darán las condiciones para que las cosas cambien en importante medida.

No puedo dejar de afirmar eso porque es lo que creo. Es mi reflexión al visualizar de la forma menos subjetiva de que soy capaz, las probabilidades más factibles en el ámbito de la conducción política del país, que es, al fin y al cabo, la variable de mayor influencia al momento de decidir los destinos nacionales.

El Nacional

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