Opinión

Origen del hombre

Origen del hombre

Hasta el año 1859, la mayoría de la población occidental creía que el primer hombre había sido creado por Dios a su imagen y semejanza.

Sin embargo, la publicación de Charles Darwin sobre el origen de las especies, cambió este pensamiento creacionista, y se convirtió en el fundamento de la teoría de la biología evolutiva.

A la publicación siguieron las más airadas reacciones procedentes principalmente de los estamentos eclesiásticos, ya que el modelo evolutivo cuestionaba el origen divino del hombre, socavando así, las convicciones firmemente arraigadas y dando inicio a un cambio de mentalidad de magnitud comparable al de la revolución copernicana.

El estudio de los fósiles nos indica que hace 150 millones de años, los dinosaurios ya habitaban sobre la faz de la tierra, y que la aparición del homo sapiens (hombre actual) se puede rastrear entre 3 y 5 millones de años atrás. Lucy es el nombre que fue dado a la osamenta encontrada en Etiopia (África) y que corresponde al homidio más antiguo que se conoce.

La biblia, sostén de los creacionistas, nos dice que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, pero más bien parece fue al revés.

¿A semejanza de quien? ¿Un chino? ¿Un pigmeo de las tribus africanas? ¿Tiene Dios una nariz?… Sí, y respira. Entonces es mortal porque necesita respirar. Sí tiene nariz, pero no respira, entonces no es perfecto ya que tiene un órgano inútil. Y si no tiene nariz, no es nuestro semejante.

Cada vez más personas creen en la teoría evolutiva, pero no quieren buscar más allá, para no poner en duda su fe en Dios. Empero, el Papa Francisco admitió como válida la teoría de la evolución. De modo pues que si Adán fue un personaje ficticio, y la creación es una fábula, no hay ningún pecado original, ni necesidad que Dios enviara su hijo para redimirnos.

Hoy 12 de febrero se conmemora el natalicio de Darwin y los maestros deben explicar a sus alumnos cómo el hombre apareció en la tierra por medios exclusivamente naturales.

Pero, lamentablemente todavía seguimos amarrados a un Concordato que permite la injerencia de la religión en las escuelas, anteponiendo la fe a las evidencias científicas.

El Nacional

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