¿Qué Pasa?

Orquesta de la Academia de Viena actúa en el país

Orquesta de la Academia de Viena actúa en el país

En Austria, cuna de parte de los más altos exponentes de la música clásica, Mozart, Haydn y Shubert, la tradición, el gusto y la perfección en la composición e interpretación, se origina por una razón sencilla: los niños comienzan a ser llevados a conciertos (que se ofrecen diariamente en sus diversos teatros y academias) desde que tienen su tercer año de vida.

La primera presentación para el país de la Orquesta Weimer de la Academia de Viena, anoche en el Teatro Nacional Eduardo Brito, Resonar a Beethoven (Resound Beethoven), realizada ante un público seguidor, conocedor y promotor de la más alta expresión de la música que no perece, fue una experiencia única, de un tal sabor y color originario, con un estilo impreso por su director, el maestro de órgano Martín Hasselbock, con una imborrable sonrisa en sus labios, disfrutando cada pase, cada movimiento, cada gesto, ante sus músicos, (casi todos de pie, con excepción de los violoncellos y los timbales).

Transportó el gusto e imaginación de los asistentes a los páramos de una Viena musical sonora, tanto en sus pasajes acústicamente panorámicos, agitados con el ritmo indicado por el compositor alemán o la genialidad de sus notas tenues, pausadas, detalladas, interpretativamente extremas, en algunos casos a cargo tan solo de un par de violines.

Las interpretaciones recrearon las Sinfonías No- 1 (en Do mayor, Opus 21) y No. 3 (en Mi bemol mayor, Opus 55, “Eroica”), y sus cuatro movimientos, constituyeron un programa que no habrá de ser olvidado nunca.

La experiencia, al sentir esta preciosa carga sonora, fue única. Fue más que la novedad de lograr ver en escenario dominicano una unidad artística de alto nivel proveniente de una de las naciones en las que nació todo. Fue más allá que el poder virtuosismo originario de una orquesta proveniente de la capital mundial de la música, durante siglos.

Tradición

El inestimable empeño Fundación Sinfonía de traer al país la Orquesta de la Academia de Viena, respaldada por una crucial cadena de auspiciadores, y que anoche volvió al Teatro Nacional Eduardo Brito con un programa de otras dos sinfonías, no tiene como ser pagado que no sea con reconocer la noble tarea de auspiciar para los dominicanos el disfrute de uno de los más altos exponentes de la música de los grandes maestros.