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ORTO-ESCRITURA

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Más sobre gentilicios –

En la primera parte de este tema, publicada el pasado domingo, hemos planteado que en nuestro país el concepto provincia es una ficción desde el punto de vista sociológico, aunque funciona en el orden burocrático. Por eso no hay gentilicios válidos para estas demarcaciones y en algunos casos se valen del que corresponde al municipio cabecera.

Por ejemplo: De “hatomayorense”, dice el Diccionario de la lengua española que es “Natural de Hato Mayor, localidad o provincia de la República Dominicana”. Pero hay error en tal aseveración, pues tal gentilicio corresponde a los nacidos en el municipio Hato Mayor del Rey. Por igual, “salcedense” corresponde a los de Salcedo y no a los demás municipios de la provincia Hermanas Mirabal.

Jimanense es gentilicio de Jimaní, cabecera de la provincia Independencia, pero no identifica a toda la comunidad provincial, si es que existe esta figura.

Ni siquiera La Altagracia, el nombre de provincia más fácil para parir un gentilicio, cuenta con uno. Nadie en San Rafael del Yuma, Bayahibe y los demás municipios rechazaría ser llamado “altagraciano”, además del suyo particular. Lo que no son ellos es “higüeyanos”, como los de Salvaleón de Higüey.

Con varios gentilicios, el Diccionario presenta la distorsión de poner como iguales la provincia y su municipio cabecera. Ocurre con La Romana y “romanense”, La Vega y “vegano”, Montecristi y “montecristeño”.

Nagüero corresponde a los Nagua, cabecera de María Trinidad Sánchez, no aparece en el Diccionario académico, aunque sí en el Diccionario del español dominicano. “Bonaense” figura en DLE como tiene que ser: Natural de Bonao, ciudad de la provincia de Monseñor Nouel.

En tanto que con Monte Plata no pasa nada, su gentilicio “monteplateño” no cuenta para el Diccionario de la lengua, mientras a Pedernales, Puerto Plata y San Cristóbal le atribuye los gentilicios de sus municipios cabeceras (pedernalense, puertoplateño y sancristobero). Lo mismo ocurre con Samaná y “samanés”, como si los de Sánchez también fueran samaneses.

Es atinada la definición de “banilejo”: Natural de Baní, capital de la provincia de Peravia. Por cierto, que todavía el Diccionario registra a San José de Ocoa como parte de Peravia, al definir a “ocoeño”.

“Sanjuanero” tiene varias acepciones, una de las cuales es natural de San Juan de la Maguana, con el consabido error de confundir este municipio con la provincia San Juan. El error se repite con el gentilicio “petromacorisano”, extendido a toda la provincia y no sólo al municipio cabecera, de igual nombre. El error no ocurre en el caso de “cotuisano”, palabra correctamente definida: Natural de Cotuí, ciudad de la provincia de Sánchez Ramírez.

En lo que respecta a Santiago y su municipio cabecera, Santiago de los Caballeros, el Diccionario académico sí que se ha esmerado. Vea: 2. adj. Natural de Santiago, provincia de la República Dominicana.3. adj. Natural de Santiago de los Caballeros, capital de la provincia de Santiago. ¿Se aceptan “santiagueros” los pobladores de Jánico,

Navarrete, Tamboril, San José de las Matas…? No creo.
La provincia Santiago Rodríguez tiene como cabecera a San Ignacio de Sabaneta, pero con este municipio ocurre lo mismo que con Comendador y Elías Piña. “Sabanetero” figura en el Diccionario del Español dominicano, pero en el académico.

¿Cómo denominar a los naturales de los tres municipios llamados Santo Domingo, incluidos en la provincia del mismo nombre? Ninguna autoridad ha pensado en eso. ¿Santodominguense? ¿Sandominguense?

Valverde es la provincia. Mao es el municipio al que licenciados y doctores, ministros y senadores cambian el nombre cada día. Les parece corto. De los “maeños” dice el Diccionario: Natural de Mao, capital de la provincia de Valverde. Y es correcto.

El Nacional

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