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Orto-escritura: Gentilicios se forman por sufijación

Orto-escritura: Gentilicios se forman por sufijación

Los nombres propios que designan lugares admiten la aplicación de sufijos para originar una palabra con la que se identifica a las personas naturales de tales lugares. A eso se llama gentilicio, que para unos usos funciona como sustantivo (Los veganos somos buenos todos) y en otros casos actúa como adjetivo (Han desvirtuado el carnaval vegano). En la primera oración “veganos” es sustantivo y en la segunda funciona como adjetivo.

Gentilicio es la denominación común para personas que pertenecen a una misma nación o lugar de nacimiento. Es relativo a la gente y por extensión se aplica a manifestaciones propias de los humanos (arte, culinaria, literatura, cultura…).

Según indica la Nueva gramática de la lengua española, los gentilicios se forman, por lo común, a partir de las siguientes terminaciones, las cuales admiten la forma femenina: -aco (austriaco); -ano (petromacorisano); -ata (croata); -eco (guatemalteco); -ego (manchego); -eno (chileno, damasceno, asunceno, natural de Asunción); -ense (pedernalense, ateniense); -eño (maeño, salvadoreño); -eo (europeo); -ero (jamaero, michero); -és (samanés, dominiqués); -eta (lisboeta); -í (iraní, catarí); -in (mallorquín); -ino (bocaíno, granadino); -ita (israelita); -o (dominicano, galileo, filipino); -ol (español); -uno (villavicenciuno).

Estos son los más comunes, pero no los únicos. Hay terminación -ejo (banilejo, natural de Baní). Otros gentilicios no se bastan con un sufijo agregado al nombre del lugar, sino que el nombre sufre alteraciones al principio o al medio como al final. Ejemplos: francomacorisano (natural de San Francisco de Macorís); petromacorisano (de San Pedro de Macorís); gasparense (de Gaspar Hernández).

El sufijo –ano es de los más empleados para formar diminutivos: africano, americano, colombiano, tibetano, asturiano, australiano, castellano, coreano, floridiano, troyano, guineano, italiano, jamaicano, mexicano, montevideano, peruano, romano, toledano, veneciano, zacatecano. En nuestro país por igual: dominicano, quisqueyano, higüeyano, seibano, macorisano, nordestano, vegano, cotuisano, azuano.

Pero la terminación –ero parece la predominante para nombrar a los naturales de las localidades dominicanas: yumero (de San Rafael del Yuma); santiaguero ( Santiago de los Caballeros, aunque con dudas); tireero (de Tireo); matero (de Las Matas de Farfán); nagüero (de Nagua); sanjuanero (San Juan de la Maguana); neibero (de Neiba); barahonero (natural de Barahona); michero (de Miches); dajabonero (natural de Dajabón), constancero (de Constanza); sabanetero (de Sabaneta); sanchero (de Sanchez); postrerriero (de Postrer Río), hondovallero ( de Hondo Valle).

En otros países aparecen casos más extraños, como hidrocálido (natural de Aguas Calientes, México), fluminense (natural de Los Ríos, Ecuador); regiomontano (natural de Monterrey, México); josefino se llama a los naturales de San José, Costa Rica.

El gentilicio es un timbre diferenciador para una ciudad, por lo que cada localidad ha de procurar un nombre exclusivo, aun se repita el topónimo en otro país. Resulta muy pertinente la costumbre de emplear sufijos diferentes, para formar su gentilicio, cuando dos o más ciudades comparten el mismo nombre. Pero no siempre se cumple esa aspiración. Veamos algunos ejemplos:

Meridano (Mérida, México); merideño (de Mérida, Venezuela); sanjuanino (de San Juan, Argentina y San Juan Nepomuceno, Paraguay); sanjuanero ( de San Juan, Cuba; San Juan Puerto Rico, y San Juan de la Maguana, RD); santandereano (Colombia); santanderino (España); santafesino ( de Santa Fe, Argentina); santafereño (de Santa Fe de Bogotá); santiaguino ( de Santiago de Chile); santiaguense (Santiago de los Caballeros, Rep. Dominicana); santiaguero (Santiago de Cuba), santiagueño (de Santiago del Estero, Argentina) y santiagués (de Santiago de Compostela, España).

El asunto de los gentilicios tiene más importancia de la que suelen darle las autoridades (ediles, legisladores) y los intelectuales. Hay algo más para la próxima entrega.

El Nacional

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