Como pinta el panorama el Gobierno del presidente Nicolás Maduro tiene que prepararse para lo peor sin importar los resultados de las elecciones regionales del domingo.

En una nación petrolera, y no cualquier nación, cuesta aceptar que el transporte esté al borde del colapso a causa de la inflación, los altos costos de mantenimiento, la disminución de la importación de repuestos y la escasez de efectivo.

Los usuarios tienen que someterse a largas filas para abordar un autobús que los movilice, mientras el servicio de taxis se ha tornado más escaso y costoso. La crisis del transporte se ha agravado tras las sanciones económicas de Estados Unidos, que ha limitado la capacidad de maniobra del presidente Maduro.

Como resultado de la estrechez económica el Gobierno se vio en la obligación de eliminar el subsidio al sector, que ha tratado de amortiguar con regulaciones para evitar que la tarifa se dispare pero sin obtener los resultados deseados.