La universidad primada de América no puede seguir dándose el lujo de que bajo cualquier argumento se suspenda la docencia y más aún se ponga en riesgo la vida de estudiantes que acuden allí en busca de una preparación profesional que les permita salir de la pobreza o colaborar con el desarrollo de la nación.
Quienes provocan los desórdenes son una minoría, que en algunos casos ni estudian allí o son estudiantes mediocres sin planes de desarrollo personal ni social.
Se cobijan bajo cualquier bandera y enarbolan la consigna de su conveniencia para interrumpir la docencia y retrasar el aprendizaje de los que tienen interés en superarse. Los tiempos en que la UASD era un pilar de la revolución pasaron, aunque por su composición social y filosofía está obligada a acompañar al pueblo en sus demandas, siempre con carácter pacífico, esgrimiendo el diálogo como arma principal, jamás las piedras, bombas ni armas de ningún tipo.