Opinión

Palomas de cueva

Palomas de cueva

Con los aguaceros de mayo, llegaban a la ciudad los vendedores con sacos atestados de “palomas de cueva”. Nuestro difunto vecino Gastón Díaz como buen Petromacorisano tenía un arca donde colocaba hasta 20 docenas de robustos ejemplares, los que lavaba diariamente, cebaba con maíz, y luego hasta los vecinos pasábamos a degustar estas exquisiteces.

Muchos jóvenes de hoy nunca lo han probado y otros ni siquiera lo han visto. Me refiero al cangrejo (uca pugnax). Crustáceo carroñero, de ocho patas, de color azulado, que habita a la orilla de los ríos. Los machos tiene una pinza (muela) del mismo tamaño del cuerpo de donde le viene el nombre de cangrejo violinista y era tal su abundancia que los niños intercambiaban “cangrejitos por botones”.

De no haber sido por los cangrejos, la historia fuera diferente, estaríamos hablando inglés, comiendo dumping y tomando sopa de calalú. Pen y Venables dos corsarios ingleses al mando de una gran armada desembarcaron en Haina con el fin de tomar Santo Domingo y ponerla bajo el dominio inglés. Felizmente esa noche, una gran cantidad de cangrejos que emergían , confundieron a los soldados que creyéndose que se trataba de un gran ejercito, decidieron retirarse y poner rumbo a Jamaica.

Los cangrejos son como los políticos, caminan “pa’lante y pa’trás”, son además excepcionalmente solidarios, pues cuando colocas cangrejos en una lata, nunca escapan ya que el que trata de subir es agarrado y bajado por los demás compañeros igualmente, los debates en las cámaras legislativas son de tanto contenido como discernir sobre la inmortalidad del cangrejo.

Aunque me encanta el plato de cangrejo con coco, y la masa de cangrejo guisada estoy dispuesto a eximirme de ese placer, con tal de que los cangrejos y su prima la jaiba sea urgentemente declarados como especies en peligro de extinción, que se prohíba su captura y venta sobre todo las hembras en la estación reproductiva.

El Nacional

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