Editorial

Pantalones largos

Pantalones largos

La Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo,  convocada por el presidente de Brasil, se ha convertido en uno de los más influyentes foros mundiales que aborda la crisis global desde un ángulo crítico, contestatario e independiente de la metrópolis imperial donde se originó la debacle financiera.

Presidentes y jefes de Gobierno de 33 países de América Latina asisten a un cónclave cuya agenda ha sido diseñada sin la intervención de potencias económicas u organismos multilaterales para levantar un diagnóstico sobre la crisis económica mundial y procurar alternativas de soluciones acorde a los intereses de la región.

El primer paso trascendental de esa reunión lo fue sin dudas el ingreso de Cuba en calidad de miembro pleno al Grupo Rio, lo que posibilita a esa nación su retorno pleno al concierto latinoamericano a través de una puerta distinta a la que corresponde a la desacreditada OEA (Organización  de Estados Americanos).

Luiz Inacio Lula da Silva, anfitrión de la cumbre, reclamó un mayor protagonismo de América Latina en la comunidad internacional y proclamó que los tiempos de meros espectadores han quedado atrás, expresión indicativa de que la región está decidida a zafarse de la égida de Estados Unidos y ponerse  pantalones largos.

Tiene razón el presidente brasileño al señalar que  por primera vez en más de 200 años de independencia América une sus fuerzas para hablar con voz propia en medio de una crisis mundial sin precedentes.

El presidente Leonel Fernández tuvo una participación auspiciosa en esa cumbre, al instar a sus colegas del continente exigir a la Reserva Federal de Estados Unidos informar sobre la gravedad de la crisis que sacude a esa nación, al advertir que se requerirían de diez o 15 años para revertir la magnitud de los daños.

De paso, se aconseja que tan oportuno planteamiento presidencial sea aplicado en República Dominicana para que aquí tampoco se oculte ni se maquille el real impacto que sobre la economía ha tenido o tendría el difícil entorno económico internacional.

No hay dudas de que América Latina, en términos de liderazgo, aptitud de independencia, vocación de unidad y esfuerzo  por consensuar metas  de integración  económica y política, vive su mejor momento, como ha quedado demostrado  en la histórica cumbre de Salvador de Bahia.

Distancia guardada, puede decirse que el liderazgo latinoamericano ha dejado atrás sectarismos y el  papel de marionetas de titiriteros imperiales para iniciar, tomado de las manos, la gran marcha hacia la concretización de la obra inconclusa de Simón Bolívar.

El Nacional

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