De los 113 mil partos notificados por los hospitales públicos en el año 2016, unos 19 mil (16.7 %), es decir uno de cada seis nacidos vivos corresponden a extranjeras; (la mayoría de nacionalidad haitiana). En el hospital Regional Cabral y Báez, de Santiago, es un 25%, pero en hospitales de la frontera como Pedernales y Elías Piña esta cifra alcanza un 50 y 57 por ciento respectivamente.

Si se suman todos los servicios de salud incluyendo privados, se estima en alrededor de 30 mil los nacidos de extranjeras en el país, que utilizan los servicios públicos en una proporción parecida a la que ocurre en otros países receptores de migrantes como Estados Unidos o España en donde la proporción en 2015 fue de 11.8 y 17.9 porciento de partos en extranjeras.

Las haitianas que paren en nuestros hospitales son mujeres nacidas aquí, negras y con apellidos no hispanos; nacidas en Haití pero residentes con o sin papeles; y otras que solo vienen a parir, motivadas por la calidad y gratuidad de la atención. Además bajo la presunción de que con uno o varios hijos aquí, la situación migratoria puede cambiar.

Las estadísticas sobre la mortalidad materna, y neonatal se ven influenciadas por estos partos ya que estas llegan sin control prenatal, además, este cuadro se complica ya que muchas no pueden comunicarse con los dispensadores de atención médica de forma satisfactoria. Según ENI 2012, cerca de la mitad de las mujeres nacidas en Haití, hablan poco o nada de español.

Hace algunos años el gobierno solicitó a la Unión Europea que financiara la construcción de nuevos hospitales en la frontera para atender la creciente demanda de las extranjeras. Sin embargo, esta petición fue denegada, cuando se observó que solo mejorando la oferta, con la extensión de los horarios se tendrían los mismos resultados.

Se requieren más estudios sobre este fenómeno y determinar el verdadero gasto en salud. Con simple matemática usted puede entender que si hay unos 30 mil partos y cada parto cuesta en promedio 30 mil pesos. Entonces estamos gastando unos 900 millones de pesos anuales, un poco menos de lo que recibe como subvención anual la Plaza de la Salud y Cedimat, para la atención de los ricos.