Opinión

Paternalismo y democracia

Paternalismo y democracia

El Programa  Solidaridad llegará también a 14 mil agentes policiales, con lo cual se encamina, de manera apresurada y sospechosa, al millón de beneficiarios. Los policías no votan pero sí sus familias, al igual que las 800,000 reducidas almas sometidas a la voluntad del partido gobernante gracias a la magia de una tarjeta pagada con los recursos del Estado a costa de un endeudamiento insostenible que ronda los 100,000 millones de pesos.

Éste es sólo uno de los instrumentos populistas que  atentan contra una sana economía y una auténtica democracia, reduciendo los certámenes electorales  a mascaradas. Entre otras acciones paternalistas para “comparar” a los más pobres podemos citar  a Comunidad Digna, el Programa de Reducción de Apagones, el Despacho de la Primera Dama y los centros de telecomunicación del Instituto de Telecomunicaciones. La suma de sus propósitos no es ajena al proyecto político del presidente Leonel Fernández y el PLD.

Además de electorero, este plan persigue apartar  a la población  votante de la madurez política que le permita dejar atrás el paternalismo criticado  por Emmanuel Kant: “Un gobierno basado en el principio de la benevolencia hacia el pueblo, como un gobierno de un padre sobre los hijos, es decir, un gobierno paternalista, en el que los súbditos, como hijos menores de edad que no pueden distinguir lo que es útil o dañino, son obligados a comportarse pasivamente, para esperar que el jefe de Estado juzgue la manera en que deben ser felices y esperar su bondad, es el peor despotismo que se pueda imaginar”.

Hombres y mujeres del campo emigran a la ciudad para estar cerca de esas “ayudas”. El Idecoop, el Banco Agrícola y Promipyme, destinados a ser medios de desarrollo y autosostenimiento de miles de empleados, pequeños productores y empresarios, han sido relegados,  olvidados.

En vez de proteger a los usuarios de llamadas, que pagan la tarifa más cara del planeta, Indotel está embarcado en tareas sociales ajenas a sus propósitos, para lo cual mantiene una mutual oportunista  con el Despacho de la Primera Dama.

Las señales despóticas están  reflejas en la sustitución del trabajo por un populismo brutal. En ignorar, asimismo, el supremo mandato de la Constitución, vendiendo propiedades estatales y asumiendo grandes y onerosos préstamos sin ser sancionados por el Congreso.

El Nacional

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