Opinión

Paternidad eclipsada

Paternidad eclipsada

Mucho se ha comentado sobre el carácter comercial de los días destinados a una conmemoración determinada. La imputación no carece de fundamento, pero tampoco es para que se satanice el asunto. Mejor sería tomarlo por el lado amable e intentar reflexionar sobre el significado de lo que se celebra y su repercusión en la dinámica de un conglomerado específico.

Es el caso del día de los padres, ocurrido el domingo pasado y que, en la lógica de lo que propongo, constituye una oportunidad para pensar en el ejercicio de una misión que, como la de ser padre, tiene gran connotación en una época de tantas dificultades como la que vive el mundo en sentido general y nuestro país en particular.

Hay consenso en que el deterioro de la familia y, por consiguiente, la existencia de una cantidad extraordinaria de hogares disfuncionales, tiene incidencia en la descomposición social progresiva a la que asistimos, caracterizada por una inversión radical de valores donde lo único que parece tener validez es la cuantía de la cuenta del banco o, en su defecto, simular que se es lo que estamos lejos de ser.

En ese contexto, lo delicado de la situación es la coincidencia de que en el momento en que más decisivo resulta ejercer de forma responsable la paternidad, es cuando más obstáculos se presentan para asumir tal cosa de la forma más saludable posible.

Los principales impedimentos de una paternidad responsable en la actualidad son la crisis familiar, expresada en las apabullantes estadísticas de divorcios, de hogares mono parentales o con hijos viviendo con otros familiares que no son ni el padre ni la madre. De igual forma, las apremiantes necesidades económicas, reales unas y creadas otras, las cuales obligan a los padres a dedicar la mayor parte de su tiempo a la producción de dinero para intentar, casi siempre sin éxito, suplir tantas expectativas, comprobando muchas veces, que deberán gastar esos recursos en intentar reconstruir los daños creados por esas maneras frenéticas de llevar la vida.

Como si fuera poco, se agrega la resistencia de sectores influyentes de la sociedad dominicana obstinados en eludir la urgencia de una educación sexual que debe ser materia imprescindible en las escuelas nacionales y que contribuiría, distinto a lo que esgrimen quienes se oponen a ella, a iniciar no solo más tarde la vida sexual, sino, lo más importante, a hacerlo con elevados niveles de conciencia.

El Nacional

La Voz de Todos