Opinión

Pecado original

Pecado original

 Una valoración correcta del más reciente capítulo de la tragicomedia del PRD, no puede desvincularse de la situación de crisis que padece esa organización y de los esfuerzos y anhelos por superarla de una parte importante de su dirigencia y, de manera particular, de su militancia, la cual está hastiada de que esa circunstancia aleje cada vez más las posibilidades de retornar al poder.

Ante semejante coyuntura, un líder auténtico, en procura de la unidad de su partido, siempre postulará por soluciones democráticas del conflicto. La legítima o ilegítima aspiración de poder que pueda animarle, la cual es, por demás, muy normal, debe ser protegida con un espíritu de sacrificio que priorice el interés grupal por encima del personal, al tiempo de proyectar la impresión de tener la certeza de que, ante la convocatoria de una consulta popular, abierta, transparente y democrática, sus resultados le serían inequívocamente favorables.

Con una militancia anhelante de superar la crisis como único mecanismo de trascender un estado electoral de escasas perspectivas, resulta absolutamente inadmisible, improcedente e incorrecto desde la más elemental noción de la política,  obstaculizar las vías de solución de las controversias a partir de condicionantes sustentados en aspiraciones personales.

Ahí ha radicado el pecado original de Miguel Vargas Maldonado en su participación como protagonista de primera línea en la inminente división del PRD. Condicionar el diálogo  para buscar posibles fórmulas de unidad en el otrora partido de la esperanza nacional a que la corriente partidaria que le adversa le reconozca como candidato presidencial para las próximas elecciones, lo retrata desprovisto de vocación democrática, que rehúye la competencia amplia y que supedita el bienestar partidario a sus propias conveniencias.

Podemos asumir que Hipolito Mejía le insinuara que aceptaba su condición para reunirse con él, lo cual, de haber ocurrido, habría sido una inteligente estratagema, pero en ese escenario, le correspondía al destinatario de la misma, rehuirla y propugnar por un certamen democrático, donde participara todo el que quisiera y cumpliera con los requerimientos estatutarios.

¿Quién, dotado de una inteligencia política media, puede suponer que en la actual correlación de fuerzas internas en el PRD, al ex presidente Mejía se la va a ocurrir endosar, de forma gratuita, su apoyo a Miguel Vargas? El que haya razonado de esa manera es un ingenuo, tonto desahuciado, o incursiona en la política persiguiendo objetivos distintos a su esencia, que es la conquista y preservación del poder.

El Nacional

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