Opinión

Pecisamente

Pecisamente

Hoy, para muchas personas lo que vale es lo relativo y lo light. Ignoramos que la moda cambiará.

Vivimos la era del desamor, sobre las ruinas de una sociedad que cada día sabe menos de la afectividad. Sí, la afectividad, cuya fuerza de penetración impregna las más diversas áreas del interior del corazón humano en todo aquel acontecimiento psicológico.

Es inexplicable que los códigos morales están extraviados o en vía de extinción; es una pobreza que tiene como definición un tipo de vida, arrastrada por un poder de seducción notable que ha sorprendido al individuo masivamente desorientado que, sin saber adonde ir, solo le queda partir desde cero.

La moda insaciable nos convierte en fábrica de seres humanos en serie, casi robotizados, con un lenguaje de repetición mediocre que se caracteriza por su diversidad.

Y, ese estar de moda, da lugar a una subcultura de antimodelos (en el arte, en el deporte y en otras áreas) cuya influencia social es más dañina de lo que puede parecer a simple vista, porque tiende a caer en una riada sin criterio de fondo, ausencia de valores, banalización de la cultura y la potenciación de la inmediatez hedonista que pueden explicar el éxito del momento de esa forma hueca que colabora con un proceso paulatino de ”embrutecimiento”. Aunque esta palabra puede sonar dura, es la realidad de la oferta que vivimos.

El Nacional

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