Opinión

Pederastia clerical en RD

Pederastia clerical en RD

Susi Pola

“Y el que reciba a un niño como este en mi nombre, a mi me recibe” (Mateo 18:5) “Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si le hubieran atado al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que se ahogara en lo profundo del mar” (Marcos 9:12).

La semana pasada fue el entierro del adolescente Fernelis Carrión Saviñón, desaparecido desde el 4 de agosto, y encontrado su cadáver con signos de tortura brutal, un crimen horrendo atribuido al sacerdote Elvin Taveras Durán, Párroco de la iglesia a la que la víctima asistía desde pequeño y en la que fungía como monaguillo.

El país, recibió la noticia de una historia más de abuso sexual infantil, prolongado por años, con la congoja que dejan las noticias violentas, recibiendo retazos de informaciones, todas truculentas, que dan cuenta de probables confesiones a la Policía por imputado, entrevistas a familiares del entorno cercano de la víctima refiriendo la relación de abuso sexual desde que era un niño de 10 años, imputaciones de obstaculización de las investigaciones de parte de la Iglesia Católica, y hasta un supuesto intento de suicidio del acusado.

Además, hubo una reacción de parte del Arzobispado de Santo Domingo, en la que una iglesia, aparentemente diferente, más sensible y compungida, deplora con profunda tristeza lo ocurrido y solicita a la autoridad que, basándose en la veracidad de los hechos, aplique las sanciones requeridas, para lo que aseguran toda su colaboración, acompañan en el dolor a la familia del niño e invitan a todas las parroquias, comunidades, movimientos e instituciones católicas del país a unirse en oración por la familia y la feligresía de la parroquia afectada. Además, como medida cautelar suspenden el Ministerio Sacerdotal del prevenido.

Mientras, se acaba de dictaminar una prisión preventiva de un año al imputado, y el país entero espera que en este tiempo, la iglesia enfrente este nuevo crimen de pederastia clerical local, marcando la diferencia a experiencias cercanas. Sin entorpecer procesos, con humildad y trabajando el espíritu dolido de toda su feligresía, sobre todo de los niños y las niñas que tienen tantas preguntas que hay que aclarar.

Y lo más importante, que esta Iglesia Católica local, asuma responsabilidades y reconozca sus propias debilidades frente a esta particularidad de abusos frecuentes dentro de su hermandad. Única manera de poder cambiar una realidad que sí la afecta, demostrado por la cantidad de los casos, las calidades de los pederastas y la edad de las víctimas infantiles.

El Nacional

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