Opinión

Periodismo sin p…

Periodismo sin p…

No hay periodismo sin periodistas, ni democracia sin periodismo, afirmaba en especialista en comunicación José Blanco.
Por tanto, no hay democracia sin periodistas.

Sin periodistas, sin información plural, veraz, crítica y contrastada, no hay democracia posible.
El periodismo y la libertad de expresión, de la que se vale y a la que ampara, están en la base de nuestro sistema democrático.
Lo sabemos bien , donde hemos padecido largas décadas de dictadura y de periodismo amordazado.

Por eso, cuando oímos hablar de crisis del periodismo o, al menos, de un modelo de negocio periodístico, deben saltar las alarmas.

Porque el periodismo, y los periodistas, son, y deben ser, ante todo, vigilantes del poder. De todas las formas de poder.
Para destacar en el ruido mediático, en la multiplicidad de fuentes, será más necesario que nunca ser reconocido como un medio creíble, que cuenta con periodistas creíbles y que respeta a sus lectores. Esa es la última forma de marcar la diferencia entre información y comunicación, entre periodismo real y redes sociales.

La sobreabundancia de información exige más que nunca la capacidad para que el periodismo ejerza una labor clave en cualquier democracia.

Ser vigilantes del poder y abogados defensores de las libertades públicas, es y debe ser la responsabilidad básica del periodismo. No importa en la etapa de la evolución en la que se encuentre.

Y eso solo es posible a través de unos medios de comunicación libres, económicamente solventes e independientes.
Sin ellos, el equilibrio de poderes, que es garantía de buena salud democrática, se resiente gravemente.

El periodismo ya no es solamente investigar y escribir, salvo para algunas revistas latinoamericanas que han redescubierto el reportaje largo y apuestan a ese periodismo de profundidad, que no da espacio al rumor y chisme, que representan las redes sociales. Se suele decir, en nuestro país, que es imposible que alguien pague por leer información en la red, pero si lo hace en los medios impresos. Ese es el resultado de la credibilidad que todavía conservan los periódicos.

Sobre el tema, el premio nobel Mario Vargas Llosa afirma que se puede medir la salud democrática de un país evaluando la diversidad de opiniones, la libertad de expresión y el espíritu crítico de sus medios de comunicación.

El Nacional

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