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Personaje  enigmático en la historia política dominicana

Personaje  enigmático en la historia política dominicana

El caudillismo se va convirtiendo en historia a guardar en recintos bien cerrados en América Latina pero sus rasgos se perciben con alguna intensidad todavía en estos territorios en los que se veneran los actos de la Divina Providencia. Como el Jano de la Grecia clásica, Joaquín Balaguer presenta dos caras, pero también dos actitudes, dos hombres en batalla y dos figuras en alerta de batalla.

como todo caudillo, es odiado y admirado y hasta genera incondicionalidades que él no dispone de sí para nadie.

Es el hombre que impone la bota extranjera y es el mismo hombre que se empeña en mostrar, finalmente, que tiene alguna independencia propia.

En ese vaivén psicológico, se puede vislumbrar el hallazgo del político manejador centrado y silente y el jefe de Estado que desde su ajedrez incomprensible cede posiciones sólo en función del poder que ama con toda su alma.

El esquema de trabajo es en él, ficticiamente talvez, una figura como salida del siglo XVII, anclada en un país con unas “instituciones” que se le parecen bastante.

Él sabe de esa realidad y la trabaja y pule como una joya rara en sus manos de alfarero políticamente espurio, capaz de ganar elecciones sin importarle las condiciones ni los métodos iconoclastas y nada ortodoxos.

No es alguien a quien se pudiera analizar correctamente desde una visión superficial.

Es enigmático, cucurbitáceo (como la auyama que trae la flor al final de la espalda y la espada terciada, lista para desenvainarla si lo juzga necesario).

Es flemático hasta la desesperación y guarda un imán  que hizo decir a un líder político como Peña Gómez que no iba a volver al Palacio Nacional porque corría un alto riesgo: lo podía convencer.

Una de las columnas esmeradas de su trabajo es la de hacer un pronunciamiento enfático sobre cierta iniciativa a tomar y hacer justamente lo contrario de lo que anunciaba.

Con ese tipo de subterfugio maquinado, Balaguer creaba estupor entre sus oponentes que esperaban el “palo” y un necesario sentimiento de incertidumbre entre los suyos.

Parecía un hombre que amaba fraternamente a quienes le seguían pero no dudada en destituir a cualquiera que le desobedeciera.

Es alguien que juega una línea de defensa y simultáneamente, la contraria.

He ahí al caudillo medular que no cree nada más que en su instinto por el que se deja llevar y a lo único que realmente le debe condicionalidad y culto.

Es un político que por el efecto de una  ritualidad talvez supersticiosa (que funcionaría asimismo como parte de sus planes de estrategia), ritualmente va y manosea en una habitación de su casa la figura de la Virgen de la Altagracia.

Y es un hombre que milita, de acuerdo a más de una fuente, en las filas de la masonería y de los rosacruces, altamente sospechados por la iglesia oficial cuya jerarquía, agradecida de sus atenciones, le presta los mejores auxilios para mantenerse en la cresta de la ola.

 Es un político reconocidamente conservador, como lo sabía todo el mundo (y con lo cual no estafaba políticamente a nadie), subido al poder por una potencia interventora que, sorpresivamente, se adelanta a sus enemigos políticos y toma medidas  “progresistas” que ellos no se atrevieron a tocar cuando estuvieron en el poder y que tanto le echaron en su cara como una culpa y uno de sus engaños.

Es un conservacionista que protege la foresta sobre todo (aunque permitía que los militares y protegidos suyos talaran zonas de la cordillera para hacer dinero y mansiones poderosas) pero no toca a las empresas que dañan los ríos.

Es un hombre a  cuya soledad la acusa de misoginia y de extravío sexual pero de pronto, impensablemente, un semanario le descubre no menos de doce “novias” en un trayecto de varias décadas. Es un hombre que manda al exilio, ordena la prisión y maltrata a mucha gente perteneciente a una generación completa de jóvenes brillantes y a otra la “compra” con cargos y exoneraciones y dice que lo hace para protegerlos de una muerte segura.

Sin embargo, ese tipo de muerte civil que consiste en arrodillarse ante el poder no es menos vergonzosa que cualquiera otra.

Ahí tenemos una personalidad compleja que por momentos y según sus oponentes, aparece siniestro e inabordable, y en otros escenarios, el más cercano de todos, impregnado de una fragilidad que, ante él, te hace preguntarte cómo es que se mantiene en pie.

Mientras, en la ausencia del mundo y en la soledad  del mando, es una caldera encendida, trabajando a tiempo completo para mantenerse alerta manejando sus hilos secretos como una tarántula  callada y  hasta rencorosa.

UN APUNTE

Dicotomía

Es un político reconocidamente conservador, como lo sabía todo el mundo (y con lo cual no estafaba políticamente a nadie) subido   al poder por una potencia interventora que, sorpresivamente, se adelanta a sus enemigos políticos y toma medidas  “progresistas” que ellos no se atrevieron a tocar cuando estuvieron en el pode

EL DATO

Ascenso político

 Joaquín Balaguer  asumió  como presidente de  la República electo en 1966, fue reelecto en 1970 y 1974; a causa de la represión y la abstención electoral pierde en 1978, y vuelve a ser elegido en 1986 y gobierna por 10 años hasta 1996.

 

 

El Nacional

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