Opinión

PLD al desnudo

PLD al desnudo

La grave crisis que afecta al PLD se manifiesta hacia el exterior a través de la pugna por la modificación de la constitución de la república que, vista desde un prisma superficial, se reduce a la contienda entre dos de sus principales dirigentes para uno retornar al Palacio y el otro continuar. Eso, sin embargo, no es más que la máscara tras la cual se escuda la verdad de las cosas y que tiene un cariz de mucho mayor calado.

Lo cierto es que el PLD hace años que perdió el rumbo trazado por su líder fundador y asumido como lo que todos creíamos era una auténtica vocación de servicio público por un discipulado que no ha estado ni por asomo al nivel de las expectativas. De esa forma, casi hasta el recuerdo se ha esfumado de aquel instrumento de liberación nacional de tanto impacto en la colectividad por sus formas novedosas de ejercer la política mientras no había libado las mieles del poder o las porciones degustadas se limitaban, en el mejor de los casos, a la presidencia de la Cámara Baja.

El PLD queda despojado de su falso ropaje

Nadie podía suponer en aquellos años de ilusiones que en gobiernos del partido de Bosch los índices de corrupción podrían llegar a cotas como las alcanzadas en estos períodos de asombros que no cesan, ni que lejos de ser los prometidos agentes de cambio, se iban a convertir en perpetuadores de las causas que han determinado las precariedades que caracterizan la nación dominicana en su conjunto.

Lo ocurrido en este mandato no ha trascendido las formas y no puede ser de otra manera porque no se ha producido ninguna ruptura ni con el equipo del pasado ni con las políticas públicas responsables del desastre.

No estamos ante dos versiones diferenciadas sobre la conducción del Estado. De ser así, y siendo verdad que el Presidente encarna la mayoría partidaria y nacional, esta debiera ser la oportunidad para prescindir de ataduras del pasado. Pero no, al tratarse de la obstinación en que una persona continúe al frente del gobierno, se optará por pactar con lo que ese pasado representa.

Eso implica concesiones que prorrogan cuotas de influencia y ese malabarismo ético seguirá usándose como explicación de supuestos impedimentos para implementar los cambios necesarios.

Con esto, el PLD queda despojado de sus falsos ropajes. Evidenciado como tasador de impunidades, bajo el ardid de que lo importante es retener el poder.

El Nacional

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