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Poco tiempo DESPUÉS

Poco tiempo DESPUÉS

Víctor Villegas
La paráfrasis, la admiración o el plagio
Cuando salió el libro de poemas “Poco tiempo después”, del poeta y abogado, ya fenecido, Víctor Villegas, lo celebré. Fui de los que batí palmas de inmediato y me presté para mediante el sistema de publicidad boca a boca, difundir que era un texto a tomar cuenta en ese momento, “escrito con una madurez, serenidad y profundidad, asombrosas”. Aseguré que representaba un salto cualitativo del poeta. Esto fue refrendado por críticos, amigos del poeta, y prologuistas de oficio.
Los poetas, muy pocas veces de acuerdo en todo, en este sentido tenían una opinión unánime. El llamado abogado de las causas perdidas, Villegas, había escrito un excelente texto.
Se había corrido la voz de que el texto había sido corregido, pulido, y que el poeta Villegas fue asesorado por poetas de los años ochenta.
Lo cierto es que poco tiempo después permitió al poeta Villegas extender más la admiración que se tenía hasta él, y sobre todo lograr una justa consagración.
Recordaba siempre que el ya emblemático libro de Villegas, abría con un poema titulado “Se va mi traje, su algodón”. Es un texto que enganchó de inmediato en mi alma. Son de esos poemas que a uno le parecen fabulosos, que uno siente la llamada envidia sana de no haberlo escrito.
Pero ese poema tiene su historia oscura, resulta que no es todo del poeta….Vamos por paso….Hay un poema de la premio Nobel de la literatura, la chilena Gabriela Mistral, que se llama Ausencia, que demuestra que el poema de Villegas, cuando menos es un plagio. A menos que el poeta haya dicho que hacía una paráfrasis.
Cuando la paráfrasis no ha sido declarada, cuando no se cita el original, cuando ni por asomos aparece un epígrafe del texto que inspiró al otro, entonces se puede hablar, lamentablemente de plagio.
Extraña que un poeta de las condiciones de Villegas haya caído en esta falta, en ese consentimiento del alma que resulta de la admiración de un texto y que termina por apropiarse de él. Extraña que un hombre que conoce bien y a ojos cerrados los subterfugios jurídicos y las implicaciones que tiene el de apropiarse de una obra ajena, haya caído en tal añagaza.
Jorge Luis Borges y otros autores establecían cierta condescendencia, justificación o especial perdón para el plagiador. Situaban a este ente como un mero admirador del artista del cual se apropiaba de su obra. Lo admiraba tanto que terminaba copiándole, robándole, expoliándole el fruto de su sudor y de su espíritu.
En mi caso, y para ser sincero queda un sabor amargo. Fue leyendo y rebuscando textos de mujeres poetas que me encontré con el poema “Ausencia” de Gabriel Mistral. Es un poema maravilloso, un texto que tiene la calidad y la altura para concederle la inmortalidad a quien lo escribiese. Se lee ausencia y se nota de inmediato la mano maestra del artista. Es como descubrir un Goya sin la firma bajo el polvoso óleo, o una pieza musical de Mozart en un baúl oxidado.
La genialidad está ahí en Ausencia, por lo que de inmediato me recordé del poema del poeta Villegas.. El poeta de aquí se había montado sobre la obra de la chilena. Villegas “se había inspirado” en la Premio Nobel para crear su aplaudido texto literario.
Puestos los dos poemas, uno se da cuenta de que el poema original es superior, pero en un grado muy superlativo. Dejo los dos poemas y que la discusión se ponga en el centro de la mesa…..
Gabriela Mistral
Se va de ti mi cuerpo gota a gota. /Se va mi cara en un óleo sordo;/se van mis manos en azogue suelto;/se van mis pies en dos tiempos de polvo.
¡Se te va todo, se nos va todo!/Se va mi voz, que te hacía campaña/cerrada a cuanto no somos nosotros. /Se van mis gestos que se devanaban en lanzaderas, debajo tus ojos. /Y se te va la mirada que entrega, /cuando te mira, el enebro y el olmo.
Me voy de ti con tus mismos alientos:/como humedad de tu cuerpo evaporo. /Me voy de ti con vigilia y con sueño, /y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos/ que no nacieron en llanos ni en sotos. /Sangre sería y me fuese en las palmas/de tu labor, y en tu boca de mosto. /Tu entraña fuese, y sería quemada /en marchas tuyas que nunca más oigo, / ¡y en tu pasión que retumba en la noche/como demencia de mares solos!
¡Se nos va todo, se nos va todo!
Se va mi traje-Víctor Villegas
Se va mi traje, su algodón/y sus ruedos/mi desnudez sin labio pura/piedra herida entre el calor/y el frío, /se va la piel de norte a sur vacía, /su pelo, sus pestañas/las uñas que en la sombra/luchaban contra nada paso a paso/la siguen, a su origen retornan.
Se van los ojos más la luz/ya pensada oída o recobrada/en su propio misterio permanece.
Se va de mi peinado la cautela/de parecerme al hueco/que me mira, /la cabeza que vierto en otros cuellos. /Carne otra tan mía/se va rumbo a la sangre/incapaz de cambiar su nombre/por un pájaro.
El autor es escritor y periodista.

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