Opinión

Poderes concedidos

Poderes concedidos

En muchas circunstancias, las casualidades, nos imponen tareas difíciles a los seres humanos.
Debo hacer pública la vivencia por la que pasé recientemente y que creo no le ha pasado a nadie más. Hace escasos siete días, a las cinco y 50 minutos de la mañana, mientras caminaba en el Jardín Botánico, un escalofrío espantoso se apoderó de todo mi cuerpo y una persona desconocida se acercó y me pidió que no me inquietara.

Yo, que soy en extremo miedoso, temblaba porque el desconocido tenía un físico tétrico, tenía puesto un traje rojo muy raído por el tiempo, acompañado por un sombrero parecido al que usaba Tres Patines y calzaba unos zapatos de dos tonos.

El hombre me comunicó que estaba junto a mí porque tenía el encargo de transferirme el Don de resucitar a cuantas personas yo deseara. En su explicación, esa tarea debía hacerla en dos partes. El primero hombres y mujeres que no fueran familiares y que se hayan ido “al más allá” en los 60 hasta el 2017.

La segunda en que a esos “revividos” tenía la obligación de asignarles funciones en los tres Poderes del Estado. Con una voz medio ronca y apagada, me dio cinco minutos, observando que mis escogidos tenían que ser personas honestas y transparentes.

Así, escribí los nombres de José Francisco Peña Gómez, Juan Bosch, Manolo Tavárez Justo, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Rafael Fernández Domínguez, Juan María Lora Fernández, Maximiliano Gómez, Amín Abell,Otto Morales, Amaury Germán Aristy, Miguel Román, Claudio Caamaño Grullón, Ramón Montes Arache, Hamlet Herman, Onelio Espaillat y Julito de Peña Valdez. Seguiré.

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