Opinión

Policía y ética

Policía y ética

La descomposición  que afecta a la sociedad dominicana es por encima de todo una crisis moral. Falta de ética en individuos, que a su vez se refleja en el accionar de las  instituciones. Ocurre, por  ejemplo, en la Policía Nacional.

Cada profesión tiene su conjunto de normas que la rigen, al margen de lo que sobre ella establecen las leyes o reglamentos  formales. La ética es una instancia superior a las leyes, porque tiene su arraigo en la conciencia, es decir que el individuo  se somete a esas normas porque las acepta como estilo de trabajo y de vida.

Mediante la ética, la persona que ejerce un determinado trabajo tiene siempre ante sí mismo el tribunal de su conciencia, y hace las cosas como deben ser, no por temor a sanciones  o pérdida del empleo, sino porque su recta conciencia se lo exige.

De estas reflexiones se desprende que un miembro de la Policía empapado del sentido ético, exhibe un   amor y respeto por su trabajo por encima del común. En tal virtud, actuará como policía en situaciones que lo demanden, aún no se lo hayan ordenado sus superiores.

En el seno de la sociedad, en las calles, en los centros de diversión y en cualquier lugar donde se mueven personas, ocurren situaciones que pueden degenerar en conflictos, por falta de un arbitraje. La Policía siempre debe estar en capacidad de intervenir ante tales situaciones. Y lo mismo ha de ocurrir con los miembros de la institución

La ciudadanía quiere eso, porque  quiere contar con el policía como un colaborador de la paz y un protector de quien lo necesita. En eso  juega papel importante la ética. Todo oficial o agente que viva a plenitud la ética policial, será un seguro  promotor de la confianza que quiere  tener –y necesita tener-  el  ciudadano para con la institución del orden.

 Cuando el policía se aferra a su moral de policía, en adición al cumplimiento de las leyes y reglamentos, todos resultamos ganadores. Un beneficio inmediato  es la prevalencia de la verdad, que es  la mejor aliada del trabajo policial.

El Nacional

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