Opinión

Política de semovientes

Política de semovientes

Cuantas veces el pueblo dominicano se comienza a formar la idea de que la política de las cúpulas de los partidos tradicionales se puede adecentar, se presentan hechos que demuestran que el accionar de los negociantes de la politiquería no puede ser llevada a cabo en otra forma que no sea dentro de los marcos de la bajeza, el “tigueraje”, el pandillerismo y otros tantos métodos propios de personas del bajo fondo de una sociedad corrompida, en total estado de descomposición, como se presenta la dominicana en estos momentos.

 Desde el momento que un ordenamiento social está agrietado, y en su seno se dan contradicciones insalvables, aquellas fuerzas  que de él se aprovechan tienen que recurrir a acciones gansteriles para mantener vigentes las organizaciones políticas de las cuales forman parte.

Los hechos son los hechos y no se derriten.  La práctica política de los partidos que hacen posible la existencia del sistema social imperante tienen, dentro de su forma de actuar, la solución de los problemas, las pugnas grupales internas, por medio de la intriga, la zancadilla, el complot, la confabulación y la utilización del dinero fruto de la corrupción y el crimen en sus diferentes vertientes.

   En nuestro país se han dado muchos de los casos que pueden servir como ejemplo de lo que es un ambiente político dominado por el hampa.

Lo que motoriza, lo que motiva el clientelismo, son los beneficios que pueden recibir aquellos que se aprovechan de la miseria, la ignorancia y la falta de honradez política de los que hacen de la militancia servil  una forma normal de vida.  

 El atraso es el caldo de cultivo de donde se nutren, en sociedades como las nuestras, todos los que buscan hacer de la politiquería una vida fácil con su fuente principal en el presupuesto nacional.

Muy pocas cosas limpias y decentes se pueden esperar de organizaciones políticas que tienen como garantía la fidelidad de sus miembros fruto del clientelismo.

El Nacional

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