Opinión Sin categoría

¿Por qué hay que privatizar?

¿Por qué hay que privatizar?

1/3

El relato del sector eléctrico dominicano vive dentro de mucho humo y pantallas que oscurecen el estado de una de las áreas más relevantes para el impulso de la competitividad de nuestra economía. Es tiempo de que seamos francos si la intención verdadera del famoso Pacto Eléctrico es llegar a soluciones realistas de corto y mediano plazo. Hay una realidad inequívoca del estado actual del aparato eléctrico nacional, y es que la energía en República Dominicana se ha convertido en un negocio enorme que está beneficiando a un grupito tanto del sector empresarial como del sector político, y que la solución definitiva nos va a llevar ineludiblemente a una última gran privatización.

El sector eléctrico pasó de ser la niña mimada de la inversión extranjera directa en nuestra economía entre 1998 al 2004 por su reforma y capitalización, a ser un gigantesco hoyo del Estado desde el 2004 hasta nuestros días con la contra-reforma que cerró el paso a nuevas inversiones del sector privado y estatizó el 75% de todo el aparato energético del país.

En una exageración de dudoso sustento se afirma que el subsidio del sector eléctrico existe por culpa del sector privado. El subsidio nació en las cuentas del Estado en el año 2004 a raíz de la estatización de las EDEs impulsada por el entonces presidente Hipólito Mejía, algo que incluso trajo discordias con el FMI en medio de la crisis descomunal que afectaba al país en aquel entonces. Desde la estatización de EDE-Norte y EDE-Sur de Hipólito, y la posterior estatización de EDE-Este de Leonel, el país ha pagado a la fecha cerca de $10 mil millones de dólares en subsidio, con el propósito de controlar los precios de la electricidad.

Más aún, las inversiones en nueva generación se han virtualmente estancado gracias en parte al funesto Acuerdo de Madrid (impulsado por el mismo Estado dominicano) y a la falta de voluntad política del Estado a permitir nuevas empresas de generación operando en el país, lo que ha favorecido a un pequeño puñado de empresarios.

Adicionalmente, salvo algunos destellos en la breve gestión del Sr. Celso Marranzini, las empresas administradas por el Estado en el sector eléctrico no parecen manejarse de la forma más transparente. La publicación de estados financieros preliminares o auditados de la CDEEE iniciada por Marranzini ha sido descontinuada, las EDEs, ETED y las hidroeléctricas no lo hacen ningunas, la información comparativa con años y gestiones anteriores en los detalles de las nóminas de todas esas empresas no está disponible o es de muy difícil acceso. La única información concisa respecto del dinero público en el sector eléctrico es la ejecución de la partida presupuestaria por concepto del subsidio. Y esto no lo digo con la pretensión de sugerir deslealtades o manejo inadecuado de recursos; mi queja es que en el Pacto Eléctrico se nos ha pedido confiar en la gestión estatal del sector cuando el único número concreto disponible para evaluarla es el hoyo monumental que a la tarifa de casi 2% del PIB pagamos todos los dominicanos anualmente.

La gestión pública del servicio de la electricidad fue un fracaso antes de 1998 y ha sido un costosísimo fracaso después del 2004, y nada parece indicar que se produzca un giro importante en esa tendencia en el futuro. ¿Por qué insistir?

El Nacional

La Voz de Todos