Opinión

Por qué Hipólito?

Por qué Hipólito?

Lo que se elige en el PRD no es simplemente el candidato presidencial. Además, los votos emitidos en la convención servirán para establecer una identidad partidaria capaz de expresar símbolos, compromiso histórico y una agenda liberal afín a la memoria de hombres y mujeres que entregaron sus vidas en la defensa de un ideal.

 Estoy con Hipólito Mejía por múltiples razones. Se parece al PRD, habla, siente, es auténtico, cumplidor, padre ejemplar y se aproxima demasiado al ciudadano común. No anda con vueltas conceptuales ni simulaciones politiqueras y nadie sospecha que, desde el poder, incrementará su patrimonio con prácticas desdeñosas del respeto a los valores éticos.

 En el PRD no podemos permitir que se instaure una propuesta presidencial desconectada de la base social del partido, sin vinculación con los sectores populares, seducida por personajes de reconocido ejercicio antipeñagomista y convencidos de que el partido blanco debe moverse hacia los sectores conservadores.

 El desafío de los que pretendemos preservar la identidad del PRD consiste en transformar simpatías en votos.

 La única posibilidad de cerrar la brecha en una competencia donde Hipólito Mejía tiene una amplia ventaja es apostando al uso descarado del dinero. Pero una montaña de recursos económicos se puede derrotar. Y es que cuando a una idea le llega su tiempo, no existe fuerza humana capaz de detenerla.

 Hipólito Mejía condujo al PRD al poder tanto en el año 2000 como en la victoria municipal y congresional del 2002. Perdimos en el 2004 como resultado de una crisis financiera. La otra propuesta del partido, perdió en el 2008 y nos dieron una pela en el 2010.

Mi familia tiene un compromiso de honor con Hipólito Mejía. Con él nos sentimos identificados de que permaneceremos por años vinculados al partido de José Francisco Peña Gómez.

La otra propuesta es un salto al vacío, un estímulo a que la fuerza del dinero puede comprarlo todo y el triunfo de los antivalores.

 Con Hipólito Mejía reivindicamos el  27 de septiembre del 2009. Y es que no hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla. ¡Justicia Divina!.

El Nacional

La Voz de Todos