Opinión

Postulantes de la corrupción

Postulantes de la corrupción

En nuestro país si la selección de los candidatos  a cargos electivos fuera por méritos, de seguro que sobraran los decentes, virtuosos y confiables,  pero como son señalados por las cúpulas dirigenciales corrompidas, o por la utilización de amplios recursos económicos, es casi imposible que un hombre o mujer surgido de las  entrañas del pueblo,  luchador por las mejores causas sociales y políticas, llegar a un  cargo electivo. 

No es por prejuicio ni por resabio político que muchos electores, al considerarse burlados razonan diciendo que ya está bueno para ser estafados por los candidatos de los partidos tradicionales.  Pero lo peor  es que la forma como está organizada la participación del pueblo por medio de los partidos constituye una trampa completa, porque a las organizaciones contrarias  al ordenamiento social vigente y a sus instituciones infuncionales, les resulta difícil participar con posibilidades de éxitos en los procesos electorales.   No hay igualdad de oportunidades en la competencia de un partido que posee un barril de pesos y dólares, contra otro con diez pesos en las manos.  Es una lucha que hay que librar en el terreno político para que  el pueblo pueda tener derecho a elegir a sus mejores representantes en cada sector. 

Los partidos del sistema, además de los recursos de que disponen por haber pasado por el poder, las inversiones que por su medio hacen los grupos del gran capital, también reciben la buena tajada que les hace la Junta Central Electoral de los dineros del erario. Para vencer a los candidatos de la corrupción, de la mediocridad, de la trampa y la burla electoral, hay que impulsar movimientos de opinión pública que se muevan poniendo en entredicho la forma actual de elegir a los candidatos.   Están totalmente equivocados quienes creen que aceptando las reglas de los de arriba van a subir los de abajo.    La participación en la política tiene  variantes y existen diferentes formas de cómo no ser sumiso a los dictados de los que controlan el poder político y económico.  

Lamentablemente, la mayoría de la gehnte no tiene el nivel suficiente para distinguir entre los aspirantes a ir al Senado, a la Cámara de Diputados y a los Ayuntamientos a continuar enriqueciéndose, y los que buscan ocupar un cargo  para ser consecuentes defensores de los mejores intereses.  El mejor aliado de los candidatos de las organizaciones que defienden el ordenamiento social vigente, es el atraso, el analfabetismo.  Si los que van a las urnas tuvieran la posibilidad de establecer diferencias, otro fuera el resultado que salga de las urnas.

Pero la realidad es que el sistema que padecemos, y la democracia que genera, nunca se va interesar para que los que eligen tengan la capacidad de juzgar entre los que están como postulantes de la corrupción y los que dan brillo por su honradez a toda prueba.

El Nacional

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