He escrito en más de una ocasión mi parecer en torno a la forma de gobernar que ha exhibido el presidente Danilo Medina. Su impactante discurso ante la Asamblea Nacional el 27 de febrero, generó simpatía excepcional, nos permitió evocar al profesor Juan Bosch. ¡Claro!, visto desde un punto que implica una gran fuerza histórica.
Estos escritos han explicado el modo en que algunos historiadores exponían sus propias conclusiones, por ejemplo, al prever un futuro de crecimiento económico acompañado por la decadencia moral de sectores políticos identificables, los cuales no es necesario mencionar, ya que han sido protagonistas de un drama político autodestructivo, sin mirar al futuro.
Con la necesidad e inquietud del ciudadano común, contempló las medidas y decisiones de Medina en los meses que lleva de mandato, parece que ofrece un alivio esperanzador a la colectividad. Me refiero a las expectativas que involucran el aspecto humano: techo, salud, alimentación y educación en espera… lo de la seguridad ciudadana, describir este inmenso panorama en una columna no es tan fácil.
Puedo afirmar que Medina comienza a establecer una visión radicalmente nueva de la forma de las cosas que están por llegar. Y que hemos de tomar en cuenta, aunque esta visión nos acompaña como perspectiva sobre el futuro, es también, si no estoy equivocado, una visión en proceso de cambio dentro de un marco que libera cadenas. Y esto permitirá el avance, con pasos firmes y seguros, a través del camino de la verdad, la justicia y la libertad.
Así, a lo largo de la historia de la humanidad, han ocurrido numerosos desarrollos, que en realidad han conformado el progreso de naciones, siempre y cuando su presidente esté dotado de una sabiduría que le proporcione la capacidad de discernir y elegir de manera adecuada en real sintonía con su pueblo.
