Opinión

Precisamente

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César Pichardo

Dignidad, poder político

 

En el espectro político del Poder siempre suceden situaciones frustrantes, conflictivas, o destructivas. La mayoría de las veces no logramos comprender como se descomponen las cosas, y porque, a pesar de nuestros esfuerzos, somos incapaces de encontrar una salida, todo ocurre sin que nos demos cuenta y pese a nuestras mejores intenciones. El día menos pensado nos descubrimos en medio de un campo de batalla, rodeados de múltiples recriminaciones, incomunicación y violencia verbal; la base de este enredo se encuentra en los juegos de poder. Sin dudas, es un círculo vicioso al que hay que prestar atención y tomar conciencia, ya que somos criaturas consumidoras casi mecánicas con hábitos, de artículos, educación, escuelas, alimentación, cultura con estilos de vida estándar. Si, así es, un exceso de opciones que con habilidad manipulan algunos políticos.

A través de la presión que ejerce un Gobierno para obtener lo que quiere se traduce casi siempre en una sensación de malestar que llega a volverse insoportable y a transformar la conexión de un estado y una sociedad en un infierno, resulta justo preguntarse, ¿se disminuye la sociedad? O ¿la sociedad es cómplice? ¿Qué hacer?

El punto central se plantea cuando la conciencia colectiva esta confiada y no hay razón para abuso de poder, sino un real sentido de colaboración entre ambas partes.

Todos los que en nuestra época han logrado dar ese paso, aportan al sistema democrático actual.

Así, poder no es, en principio, sinónimo de abuso, de amenaza y destrucción, es necesario ajustar la realidad en cuestión, a través, del nivel más arcaico de nuestra evolución, puesta en marcha desde que existimos. No todo está perdido, la exigencia, es solo una, dignidad.

El Nacional

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