Opinión

PRECISAMENTE

PRECISAMENTE

La insistencia en el tema de la política, en tiempos de campaña, es patética. Esto implica la expresión de opiniones cruzadas. En ocasiones, parece una ironía histórica. Son suficientes los ingredientes para ponerse a contarlas, y la memoria colectiva a veces es incierta.

La política es la ciencia del desalmado, casi siempre implacable.

La ley del secreto radica en el silencio.

Yo preferiría señalar el más íntimo derecho a la reserva y el compromiso perfectamente privado para la decisión al ejercer el voto.

El criterio que planteo puede parecer egoísta, y es probable que lo sea. Es también caprichoso, por eludir cualquier supuesta obligación de hablar de quien no me apetece para prescindir de situaciones cuya descripción y relato habrían podido resultar embarazosos, a mi juicio, para cualquiera de los candidatos, y no solo por el orden de aparición en escena, y todo aquel espectro mercadeable, también supongo la existencia de otros criterios mejores, tal vez, porque los mismos intentan ceñirse a puntos de vista más objetivos, pero estos no son a los que suelo atenerme. Creo, por el contrario, que solo desde la más rigurosa subjetividad cabe decidir qué nos gusta y qué no.

Nada más importante que la real transparencia.

Que no se escape de la conciencia que, si hablamos de candidatos, uno habla, en último término, de sí mismo, así que, para relegarme a un plano secundario, lo que cabe al escribir sobre algo que tiene enorme dimensión, es el sentido de sensatez.

El Nacional

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