Opinión

 Prensa en espejo

 Prensa en espejo

Como portadora del derecho a la información, la prensa tiene una gran responsabilidad que en muchos países de la región suele implicar grandes riesgos. En México, los periodistas que resisten las tentaciones de convertirse en ricos de la noche a la mañana y, a riesgo de sus vidas cumplen la misión de denunciar al narcotráfico, son unos verdaderos héroes. Pero también hay muchas escorias que utilizan esta digna profesión para desinformar, manipular y defender beneficios espúreos. Esas lacras son las denunciadas por algunos gobernantes que son víctimas de los más feroces ataques  de  entidades que no establecen diferencias entre los intereses personales y profesionales. Es peor corromper a la prensa, para que desnaturalice su misión, que ha sido la estrategia de algunos paladines de la libertad, que tener la gallardía de debatir puntos de vista. Algunos “ogros”, al margen de algún exceso en que pudieran haber incurrido, no han cometido más delito que el de no dejarse chantajear por una prensa que, en aras de privilegios, ha sepultado la ética y la objetividad; la esencia de su misión. No se puede obviar que la prensa tiene una amenaza externa, pero es posible que el mayor obstáculo  para cumplir con su misión sea interno. No es un secreto para nadie que, pese a esporádicos nubarrones de intolerancia, la prensa ha caído en unos niveles de descrédito, que suele atribuirse a la corrupción, que la deja muy mal parada. Los ataques que tanta roncha causan no siempre van dirigidos contra periodistas o medios, sino contra quienes se escudan o se prestan a mentir, manipular, perseguir o a campañas siniestras. La prensa tiene necesariamente que revisarse para rescatar o fomentar su autoridad moral para ejercer el derecho a la información. Unacosa es la intolerancia frente a un periodista objetivo, que escudriña la verdad, y otra muy distinta   un calumniador escudado en la prensa.

El Nacional

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