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Preocupa crecimiento población haitiana RD

Preocupa crecimiento población haitiana RD

Abarrotamientos de vendedores haitianos en todas las esquinas de santo domingoen la foto vendedores de la gomez con ovando/foto Jose de Leon

Gran preocupación causa en amplios sectores de la sociedad la masiva presencia de haitianos indocumentados en el país ante la aparente indiferencia de las autoridades.
Las calles del Gran Santo Domingo han sido prácticamente tomadas por asalto por una horda de vendedores y pedigüeños haitianos que crece de manera acelerada todos los días.

 
Instalan negocios de todo tipo, cocinan en las calles, hacen sus necesidades fisiológicas a la vista de todos y a ninguna autoridad, desde Migración, el Ayuntamiento o el Gobierno, parece importarle la situación.

 

A dos años después de haber terminado el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros (PNRE) inexplicablemente es casi imposible transitar por algunas de las calles o avenidas, sin ver decenas de haitianos indocumentados o no, en todo tipo de trabajos informales o dedicados a la venta de una diversidad de productos.
Casi todas las principales esquinas están copadas por negocios móviles y fijos de indocumentados haitianos que venden todo tipo de productos agrícolas, comestibles y de otros usos sin ningún control de las autoridades de Migración.

 
Aunque esta actividad no es nueva en el país, provocan un caos que impiden el libre caminar de las personas y el buen desenvolvimiento de tránsito vehicular.
“Últimamente hay demasiado haitianos en las calles. Ya los ves donde quiera y es por mucho. Prácticamente antes uno veía que por esta calle pasaban uno, dos, o tres, ahora uno ve que pasan cinco, cinco y se pasa la noche entera contando haitianos de aquí para allá”, expresó Ambiorix Chalas, residente en Alma Rosa. Santo Domingo Este.

 
Son cientos de haitianos (mujeres en su mayoría) que se ven diariamente a toda hora caminar por las calles de la capital, empujar coches de bebé o carritos de supermercados cargado de guineos, aguacates y naranjas que venderán puerta a puerta. “Aguacate, guineos maduros, mangos”, se les escuha vociferar en las calles de cualquier sector residencial de clase media o barrio popular.
La cultura dominicana está siendo modificada ya que estos indocumentados. Aparte de vender ropas en triciclos y grandes poncheras plásticas, hacen sus necesidades fisiológicas en cualquier lugar, especialmente áreas verdes y debajo de los elevados.
La venta de productos en triciclos esta dominada casi en su totalidad por haitianos que aprovechando el descuido de los dominicanos que antes dominaban este sector de las ventas, ahora son los que venden el maíz, maní, cocos, frutas, víveres y otros.
En los semáforos la venta de guineos y dulces de maní en poncheras plásticas y otros productos también es dominada por estos indocumentados (hombres y mujeres) que también invaden los peatonales más importantes con puestos fijos.
Igualmente pasa con las paleteras que son en su totalidad manejadas por haitianas. Se ubican próximo a las paradas del Metro, de autobuses, carros del concho y a instituciones públicas y privadas. Después del mediodía muchas esquinas son tomadas por sus hijos (niños y niñas) que limpian vidrios y zapatos, además de que piden.
Ya no es igual que antes, cuando había limitados lugares en los que se veía a a estos inmigrantes. Ahora es en cualquier construcción, urbanización, colmado, casa de familia, clínica, etc. Es normal verlos desarrollando las más diversas tareas.
Anteriormente, la zona conocida como el Pequeño Haití, era aparte de los bateyes, el único sitio en donde se podía ver un gran número de haitianos juntos. En la actualidad ya no es así. Muchas esquinas y sectores han sido tomadas por los extranjeros para hacer negocio y su presencia transforma el desenvolvimiento normal del área, ya que allí cocinan, cuidan los niños y hacen sus necesidades.
Mayor presencia
La esquina de la Duarte con París, posiblemente sea el espacio público que concentra la mayor cantidad de haitianos, ya que allí opera un mercado de pulgas todos los días de ocho de la mañana a siete de la noche. El caos es tan grande que las aceras y parte de las calles están ocupadas todo el día.
“Mire, yo no soy racista, pero la competencia que tienen los haitianos con nosotros es desleal. Ellos no pagan impuestos, no pagan luz, no pagan local y se ponen en el frente de nuestros negocios. Ellos pueden vender más barato y como quiera obtendrán ganancia”, explico el propietario de uno de los negocios de la calle París, quien pidió reserva de su nombre.
El Mercado Nuevo de la Duarte y todos sus alrededores es otro de los lugares de mayor concentración de haitianos, seguido muy de cerca por las esquinas de la avenida Nicolás de Ovando, con San Juan de la Maguana, y con la Máximo Gómez.
Otros espacios como la Ortega y Gasset con John F. Kennedy, 27 de Febrero con Máximo Gómez, John F. Kennedy con Luperón también están copadas de vendedores ilegales.
Además las intersecciones de la avenida San Vicente de Paul con carretera Mella, frente al Megacentro y la avenida Charles de Gaulle también con Mella en Santo Domingo Este, son puntos de operaciones comerciales de los haitianos.
En Villa Mella las esquinas de la Hermanas Mirabal con Jacobo Majluta (alrededores de la parada del metro Mama Tingó) son otros los lugares fijos donde operan los inmigrantes.
Aunque la percepción que se tiene es que hay más de un millón de haitianos indocumentados en República Dominicana, la Dirección Nacional de Migración para el 2015 sólo tenía registradas unas 11,236 personas que residen de manera legal en el país.
La entrada
Muchos sectores sostienen que la llegada de ilegales haitianos no puede realizarse sin la complicidad de las autoridades de migración, el Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza (Cesfront), y el Ejército, pues si resulta fácil cruzar en algún punto de los 388 kilómetros de la frontera, debería ser complicado de ahí en adelante trasladarse a cualquier punto del país.
De lo que si se debe estar seguro es que de la entrada de ilegales haitianos a territorio dominicano se beneficia una cadena de individuos, que comienza en la misma frontera, con los militares y personal de migración, que son los que tienen el primer contacto con estas personas. Esta cadena termina con lo que serán sus patronos.
Otros que se benefician son los encargados de transportarlos, pasando por los diferentes chequeos que tiene el ejército desde la zona fronteriza hasta llegar a la capital o cualquier parte del país.
Aunque la mejor tajada del pastel le corresponderá a los encargados de contratarlos, sin importar si serán usados en la construcción, en el sector agrícola u otro tipo de negocio.
Estos indocumentados suponen una mano de obra barata, sin prestaciones laborales, sin gastos de seguro médico y sin un contrato formal. El más perjudicado es el Estado Dominicano, ya que esto supone una enorme carga social sin recibir nada a cambio.
Cuando se termina el trabajo para el cual son usados, estos hombres son despedidos por sus patronos y se quedan en el país, ya que les resulta más rentable vivir aquí que en su patria, donde la inestabilidad política y la falta de oportunidades.
Siendo la República Dominicana un país con una estabilidad política y económica a pesar de todas las deficiencias existentes (no hay controles migratorios eficaces y no hay mecanismo de los ayuntamientos y Salud Pública para prohibir la venta de alimentos y productos en las calles) es ideal para que estos extranjero se radiquen aquí.

El Nacional

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