Opinión

Presencia economica

<P>Presencia economica</P>

El dólar se encuentra en una encrucijada de la cual no podrá salir ileso, lo que hace recordar el título de aquella película de 1975 que popularizó el laureado actor norteamericano Jack  Nicholson: “Atrapado y sin salida”.

En efecto, cuando los vientos huracanados de la crisis inmobiliaria iniciaron en el verano del 2007 el azote sobre la geografía económica norteamericana el gobierno  de Estados Unidos, al observar los estragos que ya estaban generando, procedió a la ejecución de un costoso plan de rescate a bancos de Wall Street,  empresas y diversas instituciones financieras que se encontraban al borde del colapso.

En tan sólo tres años (2007-2010) las autoridades gubernamentales inyectaron en el torrente monetario-financiero un poco más de  5 billones de dólares, cantidad de dinero que era equivalente al 32,2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

La maquinita de imprimir dólares se puso a funcionar a plena capacidad y todo ese dinero falsificado por el Estado (pues no contaba con ninguna contrapartida en riqueza material creada por el trabajo humano expresado en creación de bienes y servicios) inundó a la economía interna y al resto del mundo, llegando a opacar más la cuestionada credibilidad del dólar en los mercados internacionales.

Ben Bernanke,  presidente del Sistema de Reserva Federal (FED), junto a Henry Merritt Paulson y Timothy Geithner (fungiendo como secretarios del Tesoro durante los gobiernos de George W. Bush y Barack Obama, respectivamente) abrieron el grifo de las facilidades de emisión de dólares dando paso a un incremento sin precedente del endeudamiento público.

Se podría decir que fue la mejor decisión coyuntural para evitar el derrumbe del sistema financiero estadounidense. Sí, pero viendo más allá de la curva (como le gustaba decir a  un líder político dominicano ya fallecido) esa decisión contribuyó a agigantar el monto de la deuda pública.

Se afirma que si al monto de la deuda pública se le adiciona la deuda privada de los hogares y empresas norteamericanas estaríamos hablando de unos 114,5 billones de dólares, estimada sobre la base de compromisos de respaldo gubernamental denominados en dólares, entonces estaríamos en presencia de una deuda que supera en  casi 8 veces el valor del PBI, calculado en poco más de 15 billones de dólares.

Hay que decirlo con responsabilidad científica-técnica: la astronómica deuda pública norteamericana ha devenido en impagable en medio de una inundación mundial de dólares. Muchos países que se muestran renuentes a seguir recibiendo el dólar como medio de pago. Porque le niegan estabilidad y confianza en su poder adquisitivo.

Incluso, el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) sostiene que el dólar debe dejar de ser la principal divisa del comercio internacional, llegando a proponer la resucitación del proyecto del economista inglés John Maynard Keynes (1883-1946) que consistía en crear una moneda internacional que llamó el “Bancor”.

El Nacional

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