Opinión

Presencia economica

Presencia economica

Todo déficit presupuestal implica un exceso de gasto público por encima de los ingresos del gobierno. La persistencia del déficit fiscal es negativa para la economía general por cuanto tiende a afectar la productividad y el nivel de vida de la población.

Todo déficit presupuestal resulta tormentoso e indeseable para un Estado. Por eso el gobierno está llamado a tomar conciencia de que ante semejante saldo negativo en las finanzas públicas, lo que se impone es saber convivir con el mismo, a la vez que  adoptar las políticas públicas pertinentes para alcanzar un relativo equilibrio fiscal.

 El endeudamiento del gobierno se hace presente con el déficit presupuestal, pues para financiar ese saldo negativo tiene que recurrir al aumento de los impuestos o a tocar las puertas crediticias en los mercados financieros internacionales, pasando también por mejorar la calidad del gasto.

En tiempo de crisis económica y falta de liquidez resulta práctico acudir al endeudamiento. Pero no hay que olvidar, ni por un segundo, que el déficit presupuestario tiende a reducir el ahorro nacional, al tiempo que frena la inversión.

Fijemos la atención en el caso de Estados Unidos. El déficit presupuestal se ha convertido en un verdadero problema estructural que cada año se hace más complejo. En tiempo de crisis son muy frecuentes los análisis de coyuntura sobre el comportamiento de la economía, dejando a un lado los estudios de los problemas estructurales, lo cual constituye un grave error de políticas públicas.

Para Estados Unidos el tema del déficit presupuestal ha sido un dolor de cabeza, pues cuando el gobierno gasta más dinero del que le ingresa se ve forzado a recurrir al endeudamiento para financiar ese desequilibrio fiscal.

 El Fondo Monetario  Internacional (FMI), como para guardar las apariencias y  que no se diga,  ha tocado la tecla del creciente déficit  fiscal que agobia a la tierra del billete verde,  llamando la atención  de Washington hacia “la necesidad de enfrentar, de una manera creíble,  sus fuertes desequilibrios financieros”.

La Gran Recesión (2008-2009) que estremeció los cimientos financieros de la economía mundial fue también un escenario que  alimentó el endeudamiento público en todo el globo terráqueo.

 Billones de dólares salieron de los depósitos de los bancos  centrales, ministerios de finanzas y organismos crediticios internacionales hacia las anémicas cuentas de entidades financieras privadas que recibieron el impacto del estallido de la burbuja inmobiliaria ocurrido en Estados Unidos durante el verano del 2007.

El gran dolor de las economías desarrolladas es el recurrente incremento del endeudamiento público a raíz del incremento del gasto público durante  2009-2010 dirigido a  reactivar la economía interna mediante el estímulo al consumo, especialmente en el caso de EE.UU.

En los países europeos ha sobrevenido una disminución  en el ritmo del crecimiento económico y de la recuperación. Tanto el gasto público como el consumo privado  decayeron, enfriando el desempeño de las actividades productivas, comerciales y financieras. En los países europeos se incrementa el desempleo.

Pero hay que cuidarse de aplicar una política de austeridad fiscal que sobrepase la prudencia en la ejecución del gasto público, pues podría frenarse el crecimiento económico, afectándose así el nivel de empleos y la demanda interna.

El Nacional

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