Opinión

Presencia economica

Presencia economica

Ha-Joon Chang es un reconocido economista coreano dotado de un alto nivel de  sentido crítico, el cual se puso en evidencia en sus libros “¿Qué fue del buen Samaritano” (2008)  “23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo” (2010).

 Traemos a colación el nombre del citado economista a propósito de un debate ya superado que primó durante muchos años y que postulaba una separación radical entre la ciencia económica y la política. Para los partidarios de semejante enfoque los criterios técnicos no tenían nada que ver con la visión política o ideológica.

 Los forjadores contemporáneos del liberalismo económico en su expresión fundamentalista fueron, sin lugar a dudas, el austríaco Friedrich Hayeck (1899-1992)                y el norteamericano Milton Friedman (1912-2006). Ellos exaltaban el culto a los análisis económicos que se apoyaban en modelos matemáticos creados en oficinas  perfumadas.

 Con la divulgación del pensamiento económico liberal (en su expresión más radical o fundamentalista) se produjo una cruzada contra los estudios académicos que durante décadas vinculaban el estudio de la economía con la política para dar curso a la formación en las aulas universitarias de nuevas oleadas de profesionales que centraban la atención en las matemáticas y no en la sociedad. No ponían el acento en la calidad de vida del ser humano.

 Al estudiar la economía en estrecha e indisoluble relación con la política los estudiantes universitarios se formarían con un sólido bagaje  intelectual que le permitía comprender tanto el funcionamiento de las economías en todas sus dimensiones como sus relaciones a través del intercambio internacional. 

 Pero si el fenómeno económico se estudia en las aulas de las universidades como una cosa que no tiene nada que ver con el conjunto social (libre de vinculación con la historia, política, sociología, entre otras expresiones de las ciencias sociales) entonces se caería en una sustitución de la realidad por los criterios individuales que pueda crear un técnico sentado en su augusto trono  intelectual.

 Así, para los economistas que se bañan en las añejas aguas del liberalismo económico lo fundamental es el culto a la individualidad, por lo que defienden hasta más no poder que el Estado se mantenga al margen en la asignación de los recursos al conjunto de la sociedad para evitar que prevalezca el estado selvático donde el más fuerte devore al más débil.

 ¿Y entonces quién debe defender los intereses económicos y sociales de los sectores más deprimidos de la sociedad? ¿El Estado? De ninguna manera. Ese papel debe desempeñarlo “la mano invisible del mercado” que se encargará de que el egoísmo individual y sus iniciativas económicas haga aflorar el bienestar social colectivo. Así piensan los economistas formados a imagen y semejanza del británico Adam Smith (1723-1790).

 Pero la realidad es objetiva y existe fuera de la conciencia del individuo e independientemente de su voluntad. El Estado no debe automarginarse en las regulaciones económicas y debe ser un ente activo en la asignación de recursos. Porque la economía y la política van de la mano. Más aún: la voluntad política de un Estado es quien debe diseñar y ejecutar las políticas económicas por encima de una visión exclusivamente técnica. 

 Así lo dice Ha-Joon Chang:  “El ejercicio de buenas políticas económicas no requiere de buenos economistas”, lo que significa la imperiosa necesidad de que prime la conducción del poder político sobre la labor de los economistas.

El Nacional

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