Opinión

Presencia economica

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Armas en su salsa

El título del presente artículo parece más propio de una receta culinaria (o de cocina) que de un trabajo destinado al análisis de un tema económico, pero ocurre que en estos momentos la humanidad está experimentando fuertes tensiones político-militares que amenazan con desencadenar conflictos bélicos que podrían poner en peligro tanto el desempeño de la economía internacional como la paz mundial.

Lo acaba de expresar el papa Francisco cuando en una visita a cementerios italianos donde reposan los restos de miles de soldados caídos durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) mostró su preocupación por los enfrentamientos bélicos que se registran en diversas partes del globo terráqueo, advirtiendo que se viven tiempos de una Tercera Guerra Mundial.

El representante de la Santa Sede así lo ha dicho: “La globalización de ese belicismo se debe a la convergencia de intereses, estrategias geopolíticas y una industria armamentista por completo corrompida”.

Las palabras del Sumo Pontífice hacen recordar las palabras de despedida que pronunciara en 1961 el presidente Dwight Eisenhower poco antes de entregar su trono de gobierno a John Fitzgerald Kennedy: “Hemos creado una industria permanente de armamentos de vastas proporciones… No debemos dejar de comprender sus graves implicaciones… Debemos precavernos contra la adquisición de influencia injustificada, sea buscada o no, por el Complejo Militar-Industrial”.

Pero, ¿qué es el Complejo Militar-Industrial? Es una enredada madeja de intereses económicos, financieros, militares, académicos y científicos que se conjugan con el objetivo central de obtener grandes ganancias mediante la fabricación de armas de todo tipo y aprovisionamiento bélico invocando criterios estratégicos de defensa.

De la economía militar norteamericana dependen 1,4 millones de soldados, 800 mil empleados civiles en nómina y cerca de 2 millones de veteranos de guerra y oficiales retirados, a los que se adicionan miles de empleados que trabajan para empresas subcontratistas del Pentágono, sede del Departamento de Defensa de Estados Unidos, convirtiéndose de esa manera en el mayor empleador del mundo con una nómina de 4,9 millones de trabajadores.

Estados Unidos está ejecutando en este año un presupuesto militar que ronda los 640 mil millones de dólares; China destina para la economía militar unos 188 mil millones dólares, en tanto que Rusia gasta cerca de 89 mil millones.

El Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés), con sede en Estocolmo, Suecia, afirma que en el 2013 el mundo gastó en bienes y servicios militares alrededor de 1,7 billones de dólares. Esa astronómica cantidad de dinero será superada al cierre del 2014 debido al creciente sonar de los tambores de guerra en Irak, Afganistán, Ucrania, Siria y Libia, entre otros países.

Los recursos financieros y naturales que se destinan a la economía militar en desmedro de la economía civil (destinada a producción bienes y servicios para abastecer el consumo humano) llora ante la presencia de Dios. Porque las armas no se comen, sino que destruyen lo más preciado que existe sobre la faz de la tierra: la vida humana.

El Nacional

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