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Presencia economica

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¡Alerta comercial!

Las consecuencias de cambios drásticos en los precios de commodities se están haciendo sentir por los predios latinoamericanos y caribeños, por lo que conviene analizar tanto los factores causales como su impacto en las finanzas públicas regionales.

Desde junio del 2014 el mundo ha visto el derrumbe de los precios del petróleo, aunque en la actualidad parece posicionarse por encima de los 50 dólares el barril. ¿Cuáles han sido las razones de esa tendencia decreciente en las cotizaciones del crudo? ¿Se trata de un fenómeno coyuntural o algo que llegó para quedarse por los siglos de los siglos?

Hagamos una síntesis apretada de factores causales: el precio ha disminuido porque la matriz energética de los Estados Unidos ha cambiado, convirtiéndose esa potencia económica en un exportador neto de energía, abandonando su papel tradicional de importador energético gracias al incremento de la producción del petróleo extraído de esquistos bituminosos o “shaleoil”. Hay una sobreoferta mundial de petróleo en medio de un enfriamiento de la economía mundial y una baja en la demanda mundial del crudo. Pensemos en la desaceleración de la economía china.

Para países productores y exportadores como México, Colombia, Brasil y Venezuela no es buena noticia, en tanto que para las economías importadoras del crudo, tal como lo es la República Dominicana, ese abaratamiento de los precios petróleo ha sido una bendición del cielo al representar un importante ahorro de divisas y mayor disponibilidad de recursos financieros para enfrentar el servicio de la deuda externa y las inversiones en infraestructuras y servicios sociales.

Pero siendo el petróleo el principal commoditie no es el único que ha sido afectado por la caída de precios. En efecto, minerales y productos agropecuarios han decrecer sus precios, fenómeno que impacta adversamente sobre las exportaciones de grandes economías sudamericanas, aunque también lesiona a las pequeñas economías centroamericanas y caribeñas.

La caída persistente en los precios de la soya, trigo, productos lácteos y arroz, entre otros rublos, está presionando sensiblemente en las finanzas públicas de los países sudamericanos, a tal punto que los gobiernos se han visto precisados a reformular sus respectivos presupuestos.

Y en medio de esa incertidumbre sobre la comercialización de los productos básicos de exportación el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) acaba de publicar un interesante informe titulado “El laberinto, cómo puede América Latina y el Caribe navegar la economía global” donde sostiene que la caída de los precios de los commodities y el aumento del gasto público en distintos países “amenazan con socavar el buen desempeño que ha tenido la región después de la crisis financiera global”.

Lo que sí se pone en evidencia es la impostergable necesidad de que la región latinoamericana y caribeña profundice en la diversificación de su oferta productiva con el propósito de superar su actual estatus de exportadora de commodities o materias primas insertándose en las cadenas de valores internacionales, lo que implicaría avances tecnológicos en la producción de bienes manufacturados y el procesamiento industrial de minerales y materias primas agropecuarias. ¿Es mucho pedir?

El Nacional

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