Opinión

Presencia economica

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¿Comercio entrampado?

El siglo 21 encontró a la región latinoamericana y caribeña dirigiendo su mirada hacia el lejano mercado chino, en momento en que Estados Unidos y la Unión Europea se concentraban en sus respectivos mercados internos y en un reforzamiento de sus vínculos productivos, comerciales y financieros.

Datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) revelan que aunque los Estados Unidos continúa siendo el principal socio comercial de la región, su participación dentro del comercio exterior regional se ha reducido drásticamente, pues su participación en las exportaciones regionales pasó de un 58 por ciento en el año 2000 a un 41 por ciento en el 2014, cayendo en las importaciones de un 49 a un 31 por ciento.

La Unión Europea también pierde terreno en los intercambios comerciales con la región, pues prácticamente mantiene el nivel de exportación-importación que registraba en el 2000 situándose en pleno 2015 en un 14 por ciento.

Pero el caso más impactante ha sido el notorio incremento de las relaciones económicas entre China y América Latina. En efecto, el comercio bilateral pasó de 12 mil 600 millones de dólares en 2000 a 263 mil 600 millones en 2014, convirtiéndose en el segundo socio comercial de América Latina y desplazando a la Unión Europea.

Los intercambios comerciales entre China y América Latina se han multiplicado por 20 en la última década. Conviene hacer mención de un importante encuentro empresarial domínico-chino celebrado el pasado mes de octubre en la República Dominicana con el propósito de incrementar los niveles de intercambio entre ambos países. China es ya un importante socio comercial para el país caribeño. Más vale tarde que nunca.

Hace falta que la región avance en la diversificación exportadora. Téngase en cuenta que tan solo 5 productos –por demás, materias primas minerales y agropecuarias- representaron el 75 por ciento del valor de las ventas de la región a China durante el 2014. Otro tanto se puede decir para las ventas a EE.UU. y la Unión Europea.

La región latinoamericana y caribeña está obligada a dar un giro en la composición de sus bienes exportables para no depender tanto de los vaivenes que suelen registrarse en los precios internacionales de las materias primas. Nunca será suficiente insistir en la necesidad de fortalecer la esfera de la producción industrial para agregar valor al procesamiento de las materias primas.

Pero también América Latina y el Caribe debe de reforzar sus acciones integracionistas para incidir como bloque en las transacciones comerciales internacionales mediante una diversificación en la orientación geográfica de su comercio exterior, esto es, ampliar su inserción dentro de nuevos mercados extracontinentales.

Confundir la actual coyuntura con la marcha estratégica de economía mundial podría inducir a conclusiones equivocadas, como aquellas que presagian un derrumbe apocalíptico de la economía china y un fortalecimiento de la influencia de Estados Unidos y la Unión Europea dentro del escenario económico global ignorando las señales inequívocas del advenimiento de un nuevo orden internacional.

Sudelka Garcia

Periodista de El Nacional Digital